¿Qué debe ser mi oración?

Catequesis

Ascensio mentis in Deum (la ascensión del espíritu hacia Dios). Esa ascensión, dice santo Tomás, “por ser un acto de la razón no especulativa, sino práctica, supone un acto de la voluntad”.

Consecuencia :

La oración mental es un verdadero trabajo para
aquellos que se inician a la oración. Es algo trabajoso ya que para hacer bien la oración mental debemos desprendernos unos instantes de todo lo que no es Dios. También porque después de hacerla debemos retornar al camino diario. No obstante, por muy trabajoso que sea al principio, terminará con el mayor consuelo de este mundo que es la paz en la amistad y unión con Jesús.

PersonaRezando_DavidRamosACIPrensa_170715“La oración, dice Santa Teresa, es una conversación amistosa, en la cual la vida interior habla de corazón a Corazón, con Aquél de quien se siente amada”.

Conversación cordial. Dios nos facilita ese rato de conversación con Él, según el pensamiento de Bossuet. ¿Osaré resistir a ese llamamiento de un padre que está invitando al hijo pródigo a escuchar sus palabras y a tener una expansión filial, abriéndole el corazón para unir sus latidos a los del Corazón del Padre?

Conversación sencilla. Entradas anteriores nos hablaban de la naturalidad. Cuando nos pongamos a orar hay que hacerlo con toda naturalidad; expresaremos al Señor el estado de nuestra vida interior, como si fuéramos niños, sin vacilaciones. Recordemos que el Señor sabe cómo somos: “Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto….” (Salmo 138).

jovenes_rezando12Conversación práctica. El herrero mete el hierro en la fragua, no para darle brillo ni para convertirlo en un ascua, sino para hacerlo maleable. Del mismo modo, la oración ilumina nuestro corazón para flexibilizar nuestra vida interior, moldearnos para asemejarnos a Cristo. La oración no es exclusivamente pedir sino adorar. Si pedimos pero no adoramos dejamos de servir y servir a Dios es todo un privilegio.

Esa conversación mía con Jesús, como diría Álvarez de la Paz, elevará mi Vida interior hasta su santidad para formarla a imagen y semejanza suya: Tú mismo, Señor, formas y modelas mi corazón con tus manos dulces y misericordiosísimas, pero fuertes al mismo tiempo.