Perder el miedo a perderse

Cambiar el mundo

Qué importante y qué difícil a la vez.

Lo fácil en la vida, es relacionarse de puntillas, no hacer demasiado ruido, no sea que vaya a molestar. No voy a decir o a hacer algo, no sea que pueda poner nervioso o agobiar a la otra persona.

No voy a discutir, no sea que hoy vaya a dormir mal, o no vaya a estar feliz y tranquilo el 100% del día.

Esa falsa sensación de seguridad que no te permite conocer al otro sin tapujos, coraza que no te permite ser tú mismo. Ese miedo al sufrimiento que no te permite abrazar la Cruz de cada día y llevarla juntos.

Si hay que discutir, siempre empiezas por: bueno en verdad estoy un poco nervioso últimamente, seré yo que estoy pasando una mala racha, etc. y muchas más excusas que te hacen culpabilizarte de algo que en verdad no tiene origen ni razón de ser.

Que la vida es más sencilla si bailas y te dejas de historias, si pierdes el miedo a perder y si de verdad confías en Dios. Si le dejas todo a Él, que es quien de verdad sabe. Si le confías a su Madre y dejas bajo su manto lo que más quieres y, le pides a la Sagrada Familia que te ayude a preparar un corazón grande y puro, que no permitas que se dañe tu capacidad de amar.

Si rompes con esa coraza y vives al 100% podrás de verdad conocer a quien pudiera ser tu compañero de vida, de verdad podrás saber si es o no es, pero sin miedo a que pueda no serlo.

De esto va el noviazgo, de querer conocer a alguien de verdad, de discernimiento, de entender que puede ser o no ser, pero que siempre te va a aportar algo positivo a futuro. Que si las cosas importantes las haces bien, el resto son historias y ya está. Que la calidad del noviazgo no se mide por si termina en boda o no, sino si te convierte en mejor marido o mujer de la persona que Dios tiene pensada para ti.

Si vas sin miedos y sin ataduras, a 200km/h disfrutando de las vistas y siendo consciente de que es una relación de 3, que Jesús está en el medio, no hay que tener miedo a que el viaje acabe. Llevando a Jesús como brújula en el velero de la relación, podrás perder el rumbo, pero que siempre estará Él para marcar el Norte cuando pienses que estás perdido.

Jesús que sabe más, tiene grandes planes para ti, y siempre te va a acompañar en este viaje que es la vida.

Jaime Martínez Velasco