Pensar la religión

Cambiar el mundo

Jaime Nubiola

Escribo este texto desde la terraza del hotel en el que me he alojado en Estambul con ocasión de un congreso sobre Peirce, mientras espero a que vengan a recogerme para ir al aeropuerto y regresar —Dios mediante— a Barcelona.

Tengo ante la vista parte de la vieja ciudad de Constantinopla con ocho mezquitas que la dominan. Me impresiona cómo ha sido borrado todo rastro de su venerable tradición cristiana. Fue por muchos siglos capital del Imperio Romano (¡hasta 1453!) y cabeza de la Iglesia de Oriente. El Imperio Otomano arrasó con todo lo cristiano. Como es conocido, hasta Hagia Sophia, la multisecular catedral cristiana convertida posteriormente en mezquita y en 1931 en museo, ha sido en el 2020 transformada de nuevo en mezquita.

En contraste he podido acudir a misa en la iglesia de Sent Antua (San Antonio de Padua), regentada por los franciscanos, en el corazón del barrio antiguo de Pera. Me ha impactado la piadosa y solemne celebración en inglés y, sobre todo, el pueblo que participaba muy devotamente. Estaba compuesto en su mayoría de asiáticos —muchas mujeres filipinas— y de africanos, con unos pocos asistentes de rasgos europeos. Saltaba a la vista claramente expresada la universalidad de la tradición católica.

La cabeza se me iba a pensar en por qué la religión que debería ser un lazo de unión ha sido —y sigue siendo a veces— causa de hostilidad entre los pueblos. No se trata de eliminar la religión, pues como tenemos comprobado quienes la eliminan son todavía más violentos. Se trata de poner el amor en el centro de la vida religiosa de las personas y de los pueblos.

Estambul, 26 de octubre 2025.


* Jaime Nubiola es profesor emérito de Filosofía, Universidad de Navarra, España (jnubiola@unav.es).