¿Cuál es el milagro de Jesús que más te impresiona y por qué?:
El milagro del siervo del centurión, localizado en el pasaje del Evangelio: Mt 8,5-13 o Lc 7,1-10.
Nos muestra cómo poder de la fe y de la palabra de Jesús. El pasaje nos habla de un centurión romano, extranjero y pagano, quién pide a Jesús que sane a su siervo enfermo. Cuando Jesús acepta a acudir a su siervo, el centurión le responde con gran humildad: «Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta tu palabra y mi siervo quedará sano». Ante estas palabras, Jesús se admira y afirma que no ha encontrado en Israel una fe tan grande. En ese mismo instante, el siervo queda curado, sin que Jesús lo toque ni se acerque: la sanación ocurre a distancia.
Esto nos demuestra que el poder de Cristo no tiene límites, su palabra es veraz y eficaz por sí misma, aun así, nos enseña que la verdadera fe, nace de la propia humildad y sencillez. Por eso la iglesia conserva estas palabras en la liturgia de la Eucaristía, justo antes de que el sacerdote comulgue. Este gesto nos recuerda de nuestra humildad y pequeñez frente a la grandeza de Dios. Nos hace caer en la cuenta de que Dios no necesita grandes cosas de nosotros, a veces Él, necesita de nuestro sí, aunque sea casi nada, porque sin ese «casi nada», Dios no sería capaz de hacer TODO. Dios nos invita a aportar nuestro granito de arena para qué de él, Él pueda hacer una montaña de arena.
Comenta una frase llena de fe y esperanza
«Cuando estás en condiciones de ayudar a alguien, alégrate y hazlo, porque ese es Dios respondiendo a las oraciones de otra persona a través de ti.»
Muchas veces, nuestra fragilidad humana nos incita a pedir siempre, porque somos pecadores, somos necesitados de un amor más grande para poder vivir y ser felices, pero claro, obviamente pedir mucho no es malo, el mismo Jesús nos decía: «Pedid y se os dará, buscad y hallaréis…» Dios da todo a su tiempo y por ello siempre responde a nuestras oraciones de 3 maneras diferentes:
-Sí, te lo entrego ahora.
-Sí, pero más tarde.
-No, porque eso no es para ti, y te tengo preparado algo mucho mejor.
Pero claro, a veces caemos en nuestro propio egoísmo y creemos que nosotros somos los únicos necesitados, dentro de este mundo lleno de materialismo y placer que muchas veces nos ciega en que es nuestra verdadera felicidad. Y por ello nos olvidamos de que nosotros también podemos ser ese rayo de luz frente a las personas que lo necesiten, no quiere decir que Dios nos pida hacer grandes obras; sino que, el sencillo gesto de una sonrisa, una mirada, una palabra, o una conversación llena de fe y esperanza. Por ello Dios nos invita a ser luz en este mundo, porque esa vida que Dios nos pide que le entreguemos nuestro sí, porque la santidad alcanza entregándote diariamente en esos pequeños actos. Así que, cuando estés en condiciones de ayudar a alguien, alégrate y hazlo, tal vez Dios esté respondiendo las oraciones de esa persona, obrando a través de ti. Somos la luz del mundo, y aunque cueste, ofrecerse por amor puede salvar almas.
3 tips para tratar mejor a los demás.
-1. Tener paciencia:
Aunque nos cueste relacionarnos con ciertas personas con las que no congeniamos del todo, debemos saber amar incondicionalmente a pesar de sus fallos. Recordad y poner en práctica ese mismo amor que nuestros padres nos dieron a nosotros.
-2. Llevar y transmitir la alegría qué el mismo Cristo nos dio:
Que el mundo note a quién llevamos dentro, dar amor sin esperar nada a cambio, aunque no se porten del todo bien contigo, porqué todo el mundo merece ser amado, como Cristo nos ama a pesar de nuestros pecados.
Porque a veces es muy fácil amar a quien te ama, pero debemos aprender a amar como Jesús amó a Judas. Por ello, a veces lo último que podemos hacer es rezar por esa persona.
-3. La felicidad está en la entrega a los demás:
Preocuparnos por nuestros seres queridos, saber cómo están realmente, ofrecerles ayuda y hacer que vean el gran sentido de esta vida. Entregarnos en pequeños actos, hechos simplemente por puro amor.
Oración para ofrecer tu estudio o trabajo.
Generalmente el rosario, pero es de gran utilidad y da mucha paz, antes de empezar algún periodo de estudio, o algún examen, rezar el ofrecimiento de obras. O simplemente una pequeña frase que ayuda a entregar y a confiar todo nuestro trabajo a Dios: «Sagrado corazón de Jesús, en vos confío».
¿Cuál es tu advocación a la Virgen favorita?
Mi advocación favorita es la Virgen de Fátima, porque se apareció a tres niños sencillos para recordarnos algo fundamental: la fuerza de la oración y la confianza en Dios. Ella nos invita a rezar el rosario y a vivir con esperanza, incluso en medio de las dificultades. Para mí, el rosario es un signo claro de el gran poder de la oración, porque María siempre es el camino más corto, más perfecto para llegar a la paz, y siempre nos conduce al amor de Jesús.
Alberto Segovia @albertosegoviia