La belleza importa

Cambiar el mundo

Jaime Nubiola

En una conferencia de mi colega Ricardo Piñero escuchaba que «no se puede ser un ser humano si no se tiene una relación real con la belleza». Me gustó esta sorprendente afirmación porque me pareció profundamente verdadera. Si «googleamos» la palabra «belleza» —añadía Piñero—, lo que nos encontraremos es con una ristra infinita de anuncios de cosmética. Llama la atención que todos esos anuncios prometan una sublimación de la belleza de sus consumidores a cambio de una notable cantidad de dinero.

Sin embargo, la belleza no está en el maquillaje, sino quizá sobre todo en los ojos de las personas que han aprendido a mirar o en los oídos de quienes saben escuchar una pieza musical. Añadía mi amigo que fue el literato Stendhal (1783-1842) quien definió la belleza como una promesa de felicidad. Hay mucha sabiduría en esta afirmación. La belleza nos cautiva porque nos ayuda a ser mejores.

En mis vacaciones en lo alto del Pirineo aragonés he comprobado una vez más que contemplar y disfrutar de la belleza ensancha nuestro corazón y nos abre afectuosamente a los demás. A todos nos encanta compartir la belleza y también por eso nos hace más humanos.


* Jaime Nubiola es profesor emérito de Filosofía, Universidad de Navarra, España (jnubiola@unav.es).