«Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mateo 16:18).
Son palabras de Jesús, Dios hecho hombre; palabras de verdad que la Iglesia ha creído siempre. Es lo que todos creemos. Los católicos tenemos tres aspectos que nos caracterizan y nos identifican como tales: el amor a la Virgen, la unión con el Papa y el celibato de los sacerdotes.
Llevamos varios días de Sede Vacante, sin Papa, y esperamos que los señores cardenales lo solucionen pronto. Quizás esta misma semana tengamos un nuevo Papa.
Desde los comienzos de la Iglesia, los cristianos han mostrado su veneración por San Pedro, el primer Papa, como se desprende de los Hechos de los Apóstoles: «Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él» (Hch 12, 5). También el Señor reforzaba su misión dándole el poder de los milagros: «Los enfermos eran llevados a las calles para que la sombra de Pedro, al pasar, pudiera tocarles y sanarlos» (Hch 5, 15).
La tarea del Papa es fruto de un querer de Cristo. Por eso, sin el Papa no somos nada. Su misión es la confiada a Pedro, según los Evangelios: Jesucristo le otorgó las llaves del Reino de los Cielos, con el poder de atar y desatar (cfr. Mt 16, 19), para confirmar a sus hermanos en la fe (cfr. Lc 22, 32) y apacentar su rebaño (cfr. Jn 21, 15-17). Es un servicio a la unidad de la Iglesia en la fe y en la comunión, que se resume en dos aspectos: enseñanza y gobierno. Pero lo ejerce en nombre de Cristo, con su ayuda y asistencia. Por eso, nunca puede ir en contra de sus enseñanzas ni del Evangelio, sino que es el depositario de un legado que debe custodiar y defender.
San Juan concluye su Evangelio con la triple confesión de amor de Pedro: «Por tercera vez le pregunta: ‘Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?’. Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: ‘¿Me quieres?’ y le contestó: ‘Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero’. Jesús le dice: ‘Apacienta mis ovejas’» (Jn 21, 17).
Pidamos que los cardenales electores escuchen la voz del Espíritu Santo y elijan al Pastor que la Iglesia y el mundo necesitan. La Virgen María, Madre de la Iglesia, estará muy presente en la Capilla Sixtina, velando por el nuevo Papa.
Juan Luis Selma