¿Para qué hemos sido creados?

Cambiar el mundo

Sin Autor

¿Para qué hemos sido creados?

Te habrán dicho muchas veces que Dios te ha creado porque te ama, que tiene un plan con tu vida, un propósito. Pero muchas veces ese propósito se va cubriendo de suciedad por nuestros pecados. El pecado nos hace perder el rumbo hacia para lo que de verdad hemos sido creados. Pues bien, Dios no te creó para que fueses una máquina que cumpla tareas y alcance ciertas cosas en la vida. Dios te creó porque te amó desde el primer momento que fuiste pensado. Fuiste creado con amor, independientemente de las decisiones que tomes en toda tu vida, de todas las veces que puedas pecar. Incluso aunque peques conscientemente, Dios siempre te va a perdonar, a pesar de tu pecado, elegiría crearte de nuevo una y otra vez.

¿Y si mi corazón está pendiente de otras cosas en estos días?

El corazón puede estar embotado. Aunque esté lleno de planes para estos días, en el fondo no está satisfecho, porque está vacío, lleno de nosotros mismos, de nuestros proyectos, de nuestros deseos. Vivimos en una sociedad en la que cada año nos intentan desviar del verdadero sentido de la navidad. Este mundo materialista nos hace creer que es una época únicamente de comprar y de satisfacer nuestros propios caprichos. Nos hace depositar el corazón en cosas que no nos llenan del todo, que nos hacen depender más de este mundo.

Dependemos de tantas cosas, que al final nos reducimos a nuestro propio yo, que todo gira en torno a nosotros mismos. Ahí es cuando el demonio nos atrapa poco a poco sin darnos cuenta y por ello acabamos siendo egoístas.

¿Y a qué se debe esta actitud? Muy fácil, porque tratamos de llenar vacíos, vacíos que a lo largo del año se han incrustado en el corazón. Por eso tratamos de conseguir estas «vías de escape» como remedio, porque buscamos ser felices, y en el fondo, buscamos amor en donde no lo hay.

A la sociedad actual nos están robando el corazón, por nuestra falta de interiorizar las cosas. Escuchamos mucho, recibimos muchos estímulos, pero al final los desechamos por falta de poner el corazón en ello. Para reordenar nuestro corazón, necesitamos llegar al fondo de la vida cristiana. En ese fondo, está Jesús, en lo pequeño, en lo escondido, en ese pequeño pesebre, mirándote y amándote desde el minuto uno con su sencillez. Es el inicio del plan de salvación, del mayor acto de amor de la historia de la humanidad, en el que Dios entregó a su único hijo por amor para demostrarnos cuánto Dios ha amado a los hombres. Y todo lo hizo únicamente por ti, por quién eres.

¿Cuál es el camino para que pueda entrar Jesús en tu vida?

Necesitamos saber vivir con confianza, abrir el corazón, permeables a lo que Dios nos quiera decir. El tiempo del adviento es un tiempo para examinar nuestro corazón atrincherado, buscar qué siento en mi corazón, qué cosas por dentro nos configuran, qué pueden ser para mí una trampa y me lleven al pecado. Saber preparar el pesebre de nuestro corazón.

El adviento es un tiempo de compromiso, preguntarse qué puedo yo hacer para tener este encuentro con el Señor. Un tiempo de oración, de escucha. Es saber mejorar los ratos de oración,es tener disponibilidad, tener fe. El adviento es el tiempo de los imposibles para los hombres, pero los posibles para Dios.

No debemos tener miedo de abrir nuestro corazón a Jesús para que Él nazca en nosotros. Debemos pedirle esa gracia a Dios. Porque en un mundo en el que nos obsesionamos en encontrar el amor, que no se nos olvide que El Amor nos encontró primero. No olvidemos que Él quiere nacer en ti. Que Cristo quiere formar parte de nuestra vida.

Alberto Segovia – @albertosegoviia