¿Todo es casualidad?

Cambiar el mundo

Sin Autor

Dicen que todo comenzó con una explosión, sin ningún propósito. De la nada salió todo y, por una serie de casualidades, el caos se organizó, la materia se ordenó y la vida apareció.

Por casualidad las partículas se juntaron en átomos, los átomos en moléculas, las moléculas en células, y las células se alinearon con tanta elegancia que dieron lugar a animales y seres humanos. Todo sin plan, sin propósito y sin Creador. Una cadena infinita de accidentes con resultados
perfectos.

Nacieron los planetas, uno gigante, otro de gas, otro rocoso, otro azul, que se alinearon con precisión matemática alrededor del sol. Ninguno se sale de su órbita, ninguno choca con el otro, y la tierra curiosamente gira a la distancia justa para permitir la vida. El sol brilla con la intensidad exacta , ni un grado más para quemarnos, ni uno menos para congelarnos. Y la luna regula las mareas, equilibra el eje terrestre y adorna las noches con armonía que parece intencionada.

Por casualidad, la tierra tiene mares que limpian el aire, ríos que hidratan la tierra, y un cielo que filtra la radiación solar. El clima mantiene equilibrio y las estaciones saben llegar a tiempo. La casualidad hace que los árboles respiren lo que exhalamos, y nosotros respiremos lo que ellos exhalan.

Y en algún momento, una célula decidió convertirse en ojo. Primero una mancha sensible a la luz, luego un lente, una retina, un nervio óptico, hasta crear un instrumento que capta millones de colores y enfoca automáticamente. Un error evolutivo con tecnología superior a cualquier cámara humana.

Y el oído también casual: un conjunto de huesecillos diminutos que transmiten ondas de aire hasta el cerebro para que escuchemos música, palabras y hasta el silencio. Una obra de ingeniería acústica, que nadie diseñó pero salió perfecta.

El corazón empezó a latir sin que nadie le diera orden, con precisión constante, bombeando sangre a millones de células, día y noche, sin descanso. Un laboratorio de perfección sin científico.

Los animales son genios del diseño. Las abejas construyen panales usando hexágonos idénticos y eficientes sin estudiar ingeniería, descubrieron la figura con menos desperdicio de espacio y cera El camaleón cambia de color según su entorno, su humor o la temperatura, y su lengua se dispara a
más del doble de la longitud de su cuerpo. Error evolutivo con puntería.

Las luciérnagas coordinan sus destellos para iluminar al unísono, como un coro de luces en la noche. Nadie las entrena ni las dirige.

Los elefantes lloran la muerte de sus compañeros y las ballenas cantan melodías que cruzan océanos. Las palomas mensajeras saben volver a su nido, detectan campos magnéticos, leen el sol y el viento sin mapa y sin GPS. Las aves migratorias cruzan continentes sin perderse jamás. Las
golondrinas vuelven cada año al mismo campanario, los patos vuelan en V para ahorrar energía y las cigueñas encuentran África sin consultar ningún mapa. Todo casual aunque suene a poesía creada.

Y surgió el hombre pensante, libre, capaz de amar, llorar, reír… Con alma, conciencia y sed de eternidad. Un accidente biológico con nostalgia de Dios. Creó la familia con un padre que protege, una madre que nutre, unos hijos que crecen… No hubo plan, solo suerte, aunque suena sospechosamente a Providencia. Un hombre y una mujer, tan diferentes y tan complementarios, que pueden transmitir la vida. Unión que es la base de la sociedad. Accidentes del universo.

Y así seguimos creyendo que los milagros de la vida son productos de la casualidad. Pero cuando uno levanta la vista al cielo y ve el orden, la belleza y las leyes de la naturaleza solo queda sonreír y decir: “ Sí…todo es pura casualidad”.

Y Dios, eterno y misericordioso, probablemente sonríe también.

Marienma Posadas