Hace unos días se festejaba a nuestro alrededor la noche de Halloween. Ha sido noticia el auge de Adoraciones al Santísimo Sacramento que se han organizado para reparar y consolar el Corazón del Señor durante esa noche y yo tuve la suerte de poder estar en una de ellas. Traigo esto a colación ahora, unos días después, porque se me quedó grabada una frase que comentó el sacerdote nada más empezar: que con nuestro amor pudiéramos “hacer olvidar a Dios que el mundo se olvida de Él”.
Fue un alivio. A veces, uno escucha toda la clase de agravios que se cometen contra el Señor y, entre la rabia y la pena, no sabe qué hacer para remediarlo. Esa noche llegué con la misma inquietud a los pies de la Custodia: ¿Cómo voy a poder evitar que las sectas satánicas hagan misas negras? ¿Cómo voy a poder impedir que se profane el cuerpo del Señor? ¿Cómo voy a poder evitar que un grupo de amigos se reúna y, por inconsciencia, saquen el tablero de la ouija? ¿Cómo voy a…?
Y esta explicación, aparentemente tan simple, me asombró. Me di cuenta de que a lo que yo había ido no era a lamentarme sin poder hacer nada: había ido a remediarlo consolando al Dios Amante al que muchos no conocen todavía. No son palabras bonitas, es una solución real. Y si no nos lo parece a veces es porque tenemos complejo de salvadores y queremos salvar al mundo nosotros; pero el verdadero Salvador es Él y “no hay lugar más grande, más alto, que estar a Sus pies”, como dice la canción.
Con lo Bueno que es, con lo Grande que es su Amor… y aún hay gente que le tiene odio, rencor o rabia. ¿Qué mayor consolación que acercarse a su lado y decirle: «Señor, gracias por darte a conocer, gracias por darme la gracia de recibirte y de acoger Tu Amor. Te pido por los que aún no te conocen, por los que no han descubierto Tu Amor, para que dejen que Tú les transformes la vida. Van a flipar en cuanto Te conozcan».
¿Quieres hacer algo y sientes que no puedes hacer nada? Hay Alguien al que tu amor, aunque pobre, le hace felicísimo. Solo tenemos que acercarnos con verdadera intención de hacerle olvidar las ofensas con la sencillez de un amor que quiere aprender del Suyo a amar.
Y repito: no son palabras bonitas, es una solución real. Dios sobre todo.
Pilar Pujadas







