Brotes de paz

Cambiar el mundo

Jaime Nubiola

Me emocionaron hasta las lágrimas los bailes festivos de palestinos en Gaza y de judíos en Tel Aviv celebrando la noticia del inminente acuerdo para la liberación de los rehenes. Parece un primer paso hacia la paz que todos anhelamos y por la que tanto muchos rezamos.

Me ha emocionado también pasar por delante de la sinagoga de Barcelona —hoy ya sin despliegue policial— con el público que acudía a una conferencia de la conocida periodista catalana Pilar Rahola. Dos grandes cartelones descendían por la fachada: «Bring them home» [«Traedlos a casa»] y «BCN per la pau» [«Barcelona por la paz»].

Sin duda, la situación en Tierra Santa y en tantos otros lugares es muy compleja, pero sí que podemos afirmar que la guerra no es nunca la solución. Según parece, ni los ciudadanos israelíes ni los palestinos apoyan mayoritariamente la continuación de la guerra: la gente corriente lo que quiere, por encima de todo, es la paz. Por el contrario, suelen ser los autócratas —de todos los colores— los que se sirven de la guerra con la pretensión de ensanchar todavía más su poder.

Bienvenida sea la paz. Confiemos en que la propia fragilidad del acuerdo ayude a todos a mantener la calma y a cultivar el anhelo de paz en sus corazones y en sus vidas. ¡Shalom, shalom!