Durante este mes de octubre es importante recordar la celebración de la Virgen del Rosario, y por ello, el rezo del Santo Rosario.
El Rosario, para muchos, será la repetición de muchas Ave María, pero si te paras y la miras a Ella empiezas a tomar consciencia de lo que puede cambiar tu vida en sus manos.
Con una oración tan simple, empleando no más de media hora, la Virgen da un giro a tu día. Te presta sus ojos para mirar como ella lo hace, le entrega a Jesús toda tu acción de gracias y tus peticiones. María acoge toda tu oración.
Cuando rezamos y pasamos las cuentas, es darle la mano a Ella, es ir por la vida a su lado. No es obligatorio rezar sentado o parado: puedes rezarlo andando y ella te dará un corazón más grande para mirar a todos con ternura. Sales de ti —de tu yo, de tus problemas, de tu pantalla del móvil— para ver que María te quiere a su lado, que no te pierdas.
El Rosario es un grito silencioso al cielo. Parece, a veces, una oración repetitiva pero cambia almas y vidas.
Párate, mírala, porque Ella te espera para caminar contigo; solo quiere tu Sí como el suyo. Medita junto a ella los misterios, y será una oración nueva.
¡DÉJATE HACER POR LA VIRGEN MARÍA!
“María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón” (Lc 2,19)
Ana Molina Martín-Sacristán