El asesinato de Charlie Kirk, activista conservador y fundador de Turning Point USA, en la Universidad del Valle de Utah el 10 de septiembre, ha encendido las redes y los medios. Las reacciones han sido intensas: desde la indiferencia hasta la celebración. Sí, algunos se alegraron. Y eso, más que impactante, muestra lo rota que está nuestra sociedad.
Algunos incluso justifican el crimen por diferencias ideológicas. Pero ojo: el mal nunca se justifica. Nunca.
🙅♂️ ¿Y los cristianos qué?
Como cristianos, no podemos caer en el juego de la venganza, el odio o el fanatismo. Si lo hacemos, dejamos de seguir a Jesús y nos convertimos en lo que criticamos. No se trata de ser blanditos, sino de ser firmes sin perder el corazón.
Robinson, el asesino, confesó que lo hizo por odio. Charlie, por su parte, defendía ideas como:
“La familia es la base de la civilización.”
“Decir la verdad sin pedir permiso es revolucionario.”
“Si defender la vida me hace extremista, lo soy.”
Era creyente. Y eso hace todo más complejo.
😔 Gente buena, pero confundida
Hay muchas personas que no entienden qué está pasando con la sociedad, la cultura, la política. Están heridas, calladas, y no saben cómo actuar. ¿Hay que aguantar? ¿Callarse? ¿Poner la otra mejilla?
✝️ La respuesta está en Jesús
No es tan complicado: mirar a Cristo, vivir como Él. San Pablo lo dijo claro: “Ya no soy yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí.” Ser cristiano no es cumplir reglas ni tener “buenos sentimientos”. Es dejar que Jesús transforme tu vida.
🧠 Astucia con corazón
Jesús contó la parábola del administrador astuto. No para que seamos tramposos, sino para que seamos listos. En este mundo hay injusticias, sí. Pero no se vencen con violencia. El mal se combate con el bien.
🌍 ¿Qué estilo de vida eliges?
El Papa Francisco lo explicó genial: hay dos caminos.
El mundano: corrupción, engaño, abuso.
El del Evangelio: honestidad, alegría, respeto, trabajo duro.
No puedes servir a dos señores. Tienes que elegir: ¿vas con Jesús o con el mundo?
💡 La verdadera revolución
Las peleas ideológicas, los debates sin fin, los gritos en redes… no cambian nada. Lo que sí cambia es una vida coherente, llena de empatía, alegría y fe. Esa es la verdadera revolución cristiana.
Juan Luis Selma