El buen samaritano en Gaza

Cambiar el mundo

Jaime Nubiola

En estas últimas semanas he caído en la cuenta de que la conocida parábola de Jesús del buen samaritano ha sido relativamente poco pintada en la historia del arte. Quizá la excepción más notable sea el cuadro que pintó Delacroix en 1851 y la versión de ese cuadro como en espejo, que hizo Van Gogh en mayo de 1890, dos meses antes de morir.

Lo que más me ha impresionado de ambas composiciones son las figuras del sacerdote y el levita que aparecen desfilando sigilosamente a un lado y otro de los cuadros. Parecen superfluos, pero realmente son quizá lo esencial. En ellos podemos vernos reflejados quienes nos dedicamos a cosas tan supuestamente importantes que no nos dejan tiempo ni atención para compadecernos del pobre hombre malherido.

Los rostros desesperados y los cuerpos famélicos de Gaza —que aparecen en todos los telediarios— me hacen pensar que también yo estoy huyendo.

Barcelona, agosto 2025.

           


Jaime Nubiola es profesor emérito de Filosofía, Universidad de Navarra (jnubiola@unav.es).