Eso fue lo último que le dije a mi madre al despedirme de ella. Se ha ido madura para el cielo, en paz con el Señor, con la carrera completada. Muchas cruces a lo largo de su vida, y todas afrontadas, abrazadas con fe, con valentía, con confianza en el Señor, con alegría, siempre con una sonrisa.
Cuantas gracias doy a Dios por mi madre. Estos días he palpado con más fuerza el amor que mi madre nos ha dado a mi padre y mis hermanos, familiares y tantas personas que la han conocido bien y han sabido valorar siempre su grandeza de corazón.
Estos días, a pesar del dolor y el inmenso vacío que deja la ausencia física de mi madre, han sido unos días de gracia. Dios se manifiesta en tantos detalles que nos hacen ver su amor, su infinita sabiduría, que hace las cosas tan bien aunque a veces no nos demos cuenta o nos cueste entender. Dios sabe más, y todo es para bien.
Se va una esposa fiel, una madre generosa, una mujer guapa, piadosa, divertida, atenta, servicial, simpática, con temperamento, luchadora y valiente, se va una cocinera formidable, una mujer dulce, fuerte y frágil a la vez. También tenía defectos, como todos tenemos, pero luchaba apoyándose en la gracia de Dios, siempre con espíritu joven, el propio de saberse hija suya.
Cuando recomendé su alma al Señor en el momento de su muerte, al ofrecerla, me acordé de que ella me ofreció a mí al Señor, siempre lo contaba, ella decía que el Señor le tomó la palabra. Los sacerdotes le debemos un gran porcentaje de la vocación a nuestros padres (cualquier vocación), lleva entre sus manos la estola de mi ordenación, que ayudó a colocarme en ese día. Dios le premiará seguro todo lo que ha hecho, y tengo plena confianza en que se ha ido en paz con Dios. Como me dijo una Hermana de la Cruz: “su madre ha dado un zarpazo en el cielo”.
Ahora desde allí nos ayudará más eficazmente, ya lo está haciendo.
Ayer llevamos los restos de mi madre al cementerio de Écija, donde nació y el lugar que tanto quería. Muy cerquita de los de sus padres. La tierra que le vio crecer. Cerca del Señor de San Gil (como tantas veces decía) y de la Virgen del Valle.
Gracias Señor, gracias mamá.