José Sánchez del Río, nacido el 28 de marzo de 1913 en Sahuayo, Michoacán, emergió como una figura emblemática de la Guerra Cristera en México. A la temprana edad de 13 años, motivado por la defensa de su fe católica, decidió unirse a las fuerzas cristeras a pesar de la inicial reticencia familiar. Su determinación se manifestó en la célebre frase: «Mamá, nunca había sido tan fácil ganarse el cielo como ahora, y no quiero perder la ocasión».
Una vez integrado en el campamento, José, apodado «Tarsicio», destacó por su fervor y valentía, asumiendo un rol de animador espiritual y líder del rosario. Su compromiso culminó el 5 de febrero de 1928, cuando, durante un enfrentamiento cerca de Cotija, ofreció su propio caballo al general cristero, sacrificando su seguridad para preservar la vida de su superior. Esta acción llevó a su captura.
En cautiverio, José rechazó firmemente las ofertas de apostasía, declarando con vehemencia: «¡Jamás, jamás! ¡Primero muerto! ¡Yo no quiero unirme con los enemigos de Cristo Rey!». Su inquebrantable fe quedó plasmada en una emotiva carta a su madre, escrita el 6 de febrero de 1928, en la que expresaba su resignación a la voluntad divina ante la inminencia de su martirio.
El 10 de febrero de 1928, José Sánchez del Río fue brutalmente torturado, desollado de los pies y forzado a caminar hasta el cementerio. Durante este calvario y hasta el momento final de su fusilamiento, no cesó de exclamar: «¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!». Su vida y muerte lo establecieron como un símbolo de fe y resistencia, siendo beatificado el 20 de noviembre de 2005.