¿No te da la sensación, a veces, de que llegas tarde a verano? Quizá te esté pasando ahora mismo: ha empezado el verano y todavía no te has dado cuenta. O quizá lo hayas experimentado alguna vez, esos últimos días de agosto: la conciencia de que acabas de caer en la cuenta de que estamos de vacaciones y de que se acaban ya. ¡Y qué rabia! Ojalá haber reaccionado antes…
Pues bien, tenemos un par de meses para descansar, disfrutar, aprovechar, trabajar… Un par de meses o más o menos cien días, como decían Phineas y Ferb, pero el caso es que tenemos mucho tiempo. Y ahora que estamos al comienzo gozamos de la ventaja por la que a finales de agosto suspiramos y ya hemos perdido. Por eso, te voy a hacer una pregunta que quizá no veas venir: ¿Qué es el verano?
Sí, has leído bien. ¿A que parece una estupidez?
Resulta que no es solo una estación del año o un período más de vacaciones. Más bien, es el culmen del curso académico. Esto es importante: no es un abandono sino un final, el final “del año”. Y los finales suelen ir bien, ¿no? Cuando terminas algo, aunque sea una tarea simple, ha habido un cambio a mejor: has hecho o arreglado algo, has aprendido… Nadie empieza nada buscando empeorar la situación. De la misma manera, nos gusta que las historias —las ficticias y las que ocurren en nuestra vida— acaben bien.
Eso es el verano: un final bueno. Un final bueno que, además, está llamado a renovarse en septiembre. Por eso, plantéate:
• ¿He vivido este curso cerca de Dios? El verano tiene que ser el cúlmen de esta amistad, no un abandono.
• ¿He aprendido a disfrutar más? El verano me puede servir para seguir haciéndolo o para intentar aprender a ser un disfrutón de verdad, de esos que disfrutan de lo que merece la pena.
• ¿He cultivado aquello en lo que quería crecer? El verano es mi oportunidad para acabar bien.
• ¿He aprendido algo con lo que pueda amar y servir mejor? El verano es tiempo de sobra para seguir, o para empezar, o para ponerlo en práctica.
• ¿He sido consciente de todo lo que he recibido inmerecidamente del Señor durante este curso? El verano es una ocasión para mirar atrás y darme cuenta; y para mirar al frente y agradecérselo. Y… eso que he recibido, ¿cómo puedo llevárselo a los demás este mismo verano?
Que nuestras vacaciones de verano sean para mayor gloria de Dios y bien de todas las almas. Como nuestras vidas, es el final y el culmen al que están llamadas.
Pilar Pujadas