El “compartir ubicación” es una práctica cada vez más común entre los jóvenes, por varios motivos: seguridad, confianza, cuidado…
Da a los padres tranquilidad por si ocurre una emergencia (accidente, desaparición, desorientación…), cuando los hijos no tienen la madurez suficiente para manejar ciertas situaciones.
No se trata solo de controlar, sino de dar pasos hacia la autonomía con acompañamiento. Es educar en el uso responsable de la libertad. A medida que crecen y demuestran responsabilidad, los padres relajamos estas medidas.
Muchos padres confían en sus hijos, pero no en el mundo que los rodea. Debemos hablarlo abiertamente con ellos, negociar límites, evitar el uso abusivo. Los padres no lo sabemos todo. Nuestro amor es grande, pero limitado por el tiempo y espacio.
Con Dios no necesitas compartir tu ubicación porque Él ya sabe dónde estás, quién eres y qué vives. Está contigo en cada lugar, instante y ubicación. Conoce tu corazón más allá de tus palabras, y tu camino incluso antes de que lo recorras (Salmo 139). No te controla pero te acompaña con amor, esperando que elijas confiar en Él.
Conoce cada rincón de tu alma y nunca se queda sin batería. Dios es la mejor brújula y tiene mejor señal que cualquier GPS. Así que no, no necesitas mandar la ubicación porque Él no deja de mirarte y siempre te tiende su mano.
Marienma Posadas