La existencia de Dios ha sido apoyada con argumentos racionales sólidos desde la filosofía, lógica y experiencia humana. A lo largo de la historia, pensadores como Aristóteles o Descartes han abordado una pregunta fundamental: ¿puede la razón demostrar la existencia de Dios?
Estos filósofos defendieron la idea de que la razón humana es capaz de alcanzar verdades profundas sobre el origen de todo lo que existe.
Es una deducción lógica a partir de la realidad misma: del orden del cosmos, de la contingencia del ser, del principio de causalidad…… El uso correcto de la razón lleva, inevitablemente, a afirmar la existencia de un ser necesario, infinito, inteligente y trascendente.
Al mirar el mundo, no podemos sino asombrarnos de lo maravillosa que es la creación, desde el espacio hasta el organismo más pequeño de la naturaleza. Cada parte del cuerpo, cada órgano, cada sentido… Todo nos lleva a un Creador maravilloso. Y entonces, nos preguntamos: ¿ qué tipo de Creador es el autor de todo esto?
¿Un Dios que lo ha hecho todo y lo deja funcionar al azar o un Dios que se preocupa por toda su obra de arte?
Dios no puede ser indiferente a lo que ha hecho porque un autor no abandona su obra ni la hace sin sentido ninguno. Si Dios es fuente de todo bien, amar es parte esencial de Él.
Si hemos sido creados, tenemos un valor y formamos parte de un plan más grande. Es decir, no somos un accidente cósmico ni polvo de estrellas.
Las leyes finas, detalladas y perfectas que nos rigen son reflejo de un Dios que sostiene y cuida lo que ha creado, que lo quiere y no lo abandona. Además, el deseo humano de justicia, belleza y verdad apunta hacia algo que cuida y se interesa por nosotros.
Dios no es un relojero lejano ni un jefe indiferente. Cuida porque ama, guía porque le importamos, sostiene porque todo tiene un propósito, protege porque toda su creación es valiosa.
Aunque a veces su protección parezca un escudo de Marvel o nos deje caer para que aprendamos, va detrás recogiendo los platos rotos y diciéndonos: “ Tranquilo, aún no es el final”.
Así que no te olvides que tienes un Padre que te quiere, está pendiente de ti y te está esperando con los brazos abiertos.
Marienma Posadas