La defensa de la teoría heliocéntrica llevó a Galileo Galilei, a tener graves problemas con la Iglesia. La triste conclusión fue que religión y la ciencia acabaron tomando caminos incompatibles. Con este precedente llegamos hasta siglo XX en el que el Principio de Incertidumbre de Heisenberg desmitificó el determinismo materialista que condujo a la creencia en el Big Bang y de ahí, a la idea de la Creación.
Hasta llegar a esta conclusión hubo que recorrer un largo camino en el que la ciencia avanzó de forma inexorable hasta que el conocimiento se impuso. Intentaré explicar, de la forma más entendible posible, el proceso a través del cual el determinismo de Laplace quedó superado por la mecánica cuántica y así, al menos, quedó eliminada la imposibilidad de la existencia de Dios.
Los descubrimientos de la recién descubierta mecánica cuántica se debieron a Planck, Einstein, Bohr, Heisenberg, Jordan y Schrödinger. En la mecánica clásica todo movimiento o fuerza del universo están descritos por la ley de la física como era conocida hasta el siglo XIX. Esta teoría fue sostenida por Pierre-Simon de Laplace, según el: “hay que considerar el universo como efecto de su estado precedente y como causa de lo que sucederá”. De esta manera, el universo se rige por la causa anterior y por la inmediatamente posterior. Se rige por la causalidad y por la rigidez.
La naturaleza, por lo tanto, se mueve por el determinismo. Esta doctrina no entra en contradicción con la existencia de Dios. Es la que postula el deísmo con un mundo creado por Dios, del que luego se desentenderá, y él solo marchará por sus propias leyes naturales. A la vez se creía que el universo era infinito y atemporal, la eternidad del mismo desmontó en el acto la teoría deísta, puesto que la infinitud impide un comienzo, una creación.
Pero llega el siglo XX y aparece la crítica de la mecánica cuántica al determinismo del XIX. Para la mecánica clásica todo sucede paso a paso, con continuidad. Esta idea plasmada en matemáticas supuso el empleo del cálculo diferencial creado por Leibniz. Él lo denominó Ley de Continuidad, la cual explicaba muy bien la naturaleza simple y continua. La Ley funciona de forma perfecta a nivel macrofísico, pero cuando se emplea a nivel microfísico falla.
Lo que descubrieron científicos como Jordan y Heisenberg fue que en el estado macrofísico una magnitud es capaz de variar de modo continuo, pero en el átomo esto no es posible, en lugar del cambio continuo, existen determinados niveles de energía. La transmisión de energía se realiza en forma de cantidades discretas llamadas “cuantos” que siguen una proporción a una constante que se llamó constante de Planck.
Gracias a una variable que descubrió Schrödinger (psi) podemos decir que el objeto cuántico no se encuentra en un único lugar sino en varios a la vez. A la vista puede parecer que esta afirmación se enfrenta al principio de no-contradicción. ¿Cómo puede ser que un objeto pueda estar en dos o más lugares al mismo tiempo? Lo que en realidad significa es que, en un instante dado, existan al mismo tiempo una serie de probabilidades de posición, velocidad y otras.
Como conclusión a lo explicado, podemos decir que la incertidumbre en la predictibilidad de los fenómenos microfísicos, sumada a la ausencia de continuidad en el devenir de los hechos, pone en entredicho el concepto de causalidad de la mecánica clásica. Al ser esto así, la física cuántica derribó los pilares que había establecido el determinismo para la naturaleza, ya que el mundo microfísico tiene movimientos indeterminados e impredecibles. Luego no todo está determinado por un hecho anterior, ni el hecho o acción actual tendrá por qué determinar todas los hechos o acciones venideras.
La mecánica clásica, la de Newton, y el determinismo condujeron a que la Ilustración del siglo XVIII, época del racionalismo, se negase a aceptar a la religión por escaparse de la razón. Los científicos se vieron abocados a elegir entre combatir a la religión por ser un producto de culturas ancestrales que debía ser superada por la razón; o, relegarla al plano personal evitando que la ciencia se mezclase con la teología.
Sin embargo, el indeterminismo cuántico dejó claro que la mecánica clásica no era suficiente para explicar la naturaleza. Por este motivo, tanto la física debía replantear sus premisas para el mundo microfísico, como el mundo debía cuestionar las consecuencias filosóficas que se habían extraído en lo que respecta a ciencia y religión.
La física cuántica negó el determinismo antiguo, pero también negó la negación de la religión que éste implicaba. Ha de quedar claro que una doble negación no es una afirmación, pero deja la posibilidad lógica de la afirmación, cuando con el determinismo antiguo se habían cerrado todas las puertas. La doble negación nos permite ser creyentes religiosos sin renunciar a la capacidad del conocimiento que nos dan los avances científicos. Es decir, la mecánica cuántica demostró que no todo se realiza por una causa (existe la incertidumbre), y la consecuencia directa de esto es que ya no se puede negar la religión, aunque se queda sólo ahí.
Como dije al comienzo, gracias al Principio de Incertidumbre de Heisenberg se supera el determinismo. Esto unido a que la segunda ley de la termodinámica nos demuestra que la entropía del universo se incrementa con el tiempo, da como consecuencia a la certeza de que el universo está en expansión. Y si está en expansión es que tuvo un origen, y en ese origen se encuentra la Creación. Acabo con la frase más célebre de Heisenberg:
“El primer sorbo de la copa de la ciencia te vuelve ateo, pero en el fondo del vaso Dios te está esperando”
José Carlos Sacristán