Animalizar al adversario

Cambiar el mundo

Jaime Nubiola

Me ha interesado el artículo de Mauricio Vázquez «Mandriles, gorilas y la animalización del discurso democrático», publicado en la revista argentina «Ámbito», que me ha hecho llegar mi estimado colega Gabriel Zanotti. Al parecer, en el escenario político de aquel querido país las relaciones se han enrarecido tanto que es frecuente que se tachen unos a otros como «mandriles inmundos», «gorilas», «ratas» o «parásitos».

Envié el artículo a mi amigo Xavier Cabús, experto en antropología social, quien me decía que la animalización del adversario no es simplemente una manera de insultar, sino que abre la puerta a la violencia y tiene mucho que ver con el fenómeno humano de la guerra. Reducir a nuestros congéneres a la categoría de bestias es siempre el primer paso hacia su exterminio, porque al negarles su humanidad –como explicó Konrad Lorenz—, perdemos la barrera natural que impide matar a nuestros iguales.

Estoy del todo de acuerdo. Animalizar al adversario es hacer del todo imposible el debate, que está en la esencia de una sociedad democrática. «Si consideras humanos a tus adversarios —me escribía Cabús— discutirás, pero no matarás». A los mandriles, los gorilas, las ratas y los parásitos se les enjaula o se les elimina, pero no se dialoga con ellos.

En cierto sentido, animalizar al adversario es volver a la «Rebelión en la granja» de George Orwell con el cruel imperio del cerdo Napoleón que mata a quienes se le oponen.

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* Jaime Nubiola es profesor emérito de Filosofía, Universidad de Navarra, España (jnubiola@unav.es).