Hoy decido estar Contigo

Cambiar el mundo

Sin Autor

Hoy en día parece que vales por lo que haces: cuanto más ocupado estás, más exitoso pareces. Y ese rollo también se nos puede colar en nuestra vida de fe. A veces pensamos que para agradarle a Dios tenemos que hacer mil actividades, como si fuera una competencia de quién hace más. Pero el Evangelio nos enseña algo mucho más sencillo (y profundo): antes de hacer cosas, lo más importante es estar con Jesús.

Lo que realmente importa no es la cantidad de cosas que hacemos, sino el amor que ponemos en cada una. Nuestro primer llamado como cristianos no es correr de actividad  en actividad, sino quedarnos en el amor de Cristo. Ahí empieza todo.

1. Cuidado con caer en el «activismo espiritual»

Muchos jóvenes, llenos de entusiasmo, se meten en todo tipo de apostolados: catequesis, misiones, retiros, campamentos, coros… ¡Y está genial! Pero si no cuidamos nuestra relación personal con Jesús, puede pasarnos que terminemos haciendo cosas por hacer, casi como un robot….

Algunas preguntas que vale la pena hacerse:

• ¿Por qué hago lo que hago?
• ¿Estoy buscando de verdad hacer la voluntad de Dios o busco que me reconozcan o sentirme importante?
• ¿Sirvo por amor… o por rutina?

Hace poco, hablando con una amiga, me dijo algo que me hizo caer en cuenta: «Jesús no quiere que te desvivas haciendo cosas, lo que Él realmente quiere es que estés con Él, porque Él desea estar contigo.»

Esa es la clave: Jesús te quiere a ti, quiere estar contigo, quiere tu corazón, no tus «currículums de buenas obras». Primero es tu amistad con Él, luego todo lo demás.

2. Jesús también hacía una pausa para orar

Nuestro único ejemplo es Jesús. Y mira esto: en el Evangelio de Marcos nos cuenta que Jesús «se levantaba muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, para irse a un lugar solitario a orar» (Mc 1,35).

Es decir, el mismísimo Hijo de Dios no empezaba el día haciendo milagros o predicando: ¡primero hablaba con su Padre!

¿Y nosotros? Si Jesús necesitaba orar para tener fuerzas, ¿cómo no lo vamos a necesitar nosotros? Sin oración, podemos terminar agotados, sin saber ni por qué hacemos lo que hacemos. La oración es el espacio donde Dios nos cura, nos llena de fuerzas nuevas, nos enseña a amar y nos centra en lo verdaderamente importante.

3. No se trata de hacer mucho, sino de amar mucho

Recientemente leí una frase de Mª del Prado Almagro (Fundadora de la Familia Eclesial Hogar de Nazaret) «No está en pensar mucho, sino en amar mucho.»

Aplicado al apostolado: no se trata de llenar el calendario de actividades, sino de hacerlas  con amor de verdad.

San Agustín lo resumió de la mejor manera posible “Por amor de tu amor hago lo que hago” No actuamos para buscar reconocimientos, ni para sentirnos mejores; actuamos porque hemos sido amados primero, y respondemos con amor.

San Pablo también lo dejó clarísimo: «Aunque repartiera todos mis bienes a los pobres, y aunque entregase mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, de nada me sirve.» (1 Cor 13,3)

La gran pregunta no es «¿qué más puedo hacer?», sino: «¿Cuánto amor estoy poniendo en lo que ya hago?»

4. Estar con Jesús: la gasolina para todo lo demás

Entonces, ¿qué significa realmente «estar con Jesús»?

• Hablar con Él todos los días en oración, aunque sea poquito tiempo, pero de corazón. ¡Propóntelo hoy!
• No empezar el día sin ofrecerle lo que somos y lo que tenemos. ¡Todo es gracias a Él!
• Buscar momentos de silencio para escuchar su voz (sí, aunque nos cueste apagar el móvil un rato).
• Vivir los sacramentos como la Eucaristía y la confesión con el corazón abierto y de manera frecuente.

Desde esa relación real con Jesús, el apostolado no será una carga, sino una alegría natural que brota del amor. Mª del Prado Almagro también decía: «Dios busca un alma que enteramente lo ame.» No busca cracks en productividad y en logística ¡Busca corazones que le amen de verdad!

Primero estar, después hacer, y siempre amar

Cuando Jesús llamó a sus apóstoles, el Evangelio dice que los llamó «para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar» (Mc 3,14). ¿Notas el orden? Primero estar con Él. Después, ser enviados. El apostolado no comienza en el activismo, sino en la amistad profunda con Jesús.

Hoy, Jesús también te invita a ti a detenerte, a dejar de correr por un momento y volver a su Corazón. Él quiere ser tu descanso, tu fuerza, tu alegría. Antes de que hagas algo grande por Él, Él quiere estar contigo, caminar contigo, amarte profundamente.

Así que, cuando sientas la tentación de medir tu valor por todo lo que haces, recuerda: Más que tus obras, Jesús quiere tu corazón.

Francisco Gatica
@franciscogatica_