Un Propósito para el Año Nuevo

Cambiar el mundo

Sin Autor

El inicio de un nuevo año es una oportunidad única para reflexionar, reorganizar nuestras prioridades y abrirnos a lo que viene. En esta etapa, vale la pena considerar el acto de recibir como algo fundamental en nuestra vida de hijos de Dios (ser hijo es aprender a recibir bien; el Hijo es eternamente engendrado). Aquí exploraremos cómo esta actitud puede transformar nuestro modo de pensar, vivir y relacionarnos.

1. La Importancia de Recibir

A menudo, dar nos parece más fácil que recibir. Al dar, tenemos el control: elegimos qué, cómo y cuándo hacerlo. Sin embargo, recibir implica abrirnos a lo inesperado, aceptar lo que no controlamos y confiar en lo que llega. Este acto, aunque más difícil, es esencial para una vida de hijo de Dios auténtica.

  • Dios nos da su amor completamente: Como el sol que nunca deja de brillar, Dios se entrega a nosotros por entero, siempre. Nuestra mayor tarea es estar dispuestos a recibirlo con un corazón abierto y disponible.
  • La vida cristiana comienza con recibir: Recibimos la gracia, la salvación, el amor infinito de Dios. Esto nos recuerda que no todo depende de nuestras fuerzas y que hay aspectos de nuestra vida que solo pueden ser renovados por Él.

2. Recibir Cambia Nuestra Perspectiva

Aceptar lo que nuestro Padre-Dios nos da impacta profundamente todas las áreas de nuestra vida:

  • En el pensamiento: Nos damos cuenta de que nuestras mejores ideas y esfuerzos no son suficientes sin la acción de Dios. Aprendemos a confiar en su gracia, que siempre va más allá de nuestras capacidades. (juicios, visón negativa, etc)
  • En el corazón: Cuando Dios nace en nuestro corazón, transforma nuestra manera de amar. Nos hace más generosos, pacientes y comprensivos. (ejemplo de sacerdote bondadoso que no siempre fue así)
  • En el modo de vivir: La negatividad, la falta de entusiasmo y la amargura dan paso a una vida marcada por la paz, la esperanza y la alegría auténtica.

3. Prepararnos para Recibir

Así como una familia se prepara para la llegada de un nuevo hijo, debemos preparar nuestra vida para recibir lo que nuestro Padre Dios quiere darnos este año. No basta con una preparación material o superficial; se trata de preparar el alma:

  • Espacio interior: Reflexionar sobre cuánto espacio le damos a Dios en nuestras vidas.
  • Confianza plena: Reconocer nuestras limitaciones y aceptar que hay aspectos de nuestra vida que solo Él puede transformar.
  • Apertura total: Estar dispuestos a recibir todo lo que Dios quiera darnos, aunque no coincida con nuestras expectativas.

4. Recibir es Permitir que Cristo Crezca en Nosotros

Decimos que Cristo quiere “nacer” en nosotros, pero esto no debe quedarse en una idea abstracta o simbólica. Cuando Cristo nace en nuestra vida también:

  • Crece y nos va cambiando: Como un niño que no permanece pequeño, Cristo crece en nuestro interior, guía nuestras decisiones y nos lleva por caminos nuevos.
  • Nos desafía: Nos invita a vivir las Bienaventuranzas, a amar con autenticidad, a aceptar la cruz y a confiar en la resurrección.
  • Nos llena de plenitud: En cada área de nuestra vida –pensamientos, relaciones, acciones–, Cristo nos lleva a dar lo mejor de nosotros mismos, reflejando su amor al mundo.

5. Un Propósito para el Año Nuevo

Que este año sea un tiempo para recibir con humildad y alegría lo que Dios tiene preparado. En cada circunstancia, buena o difícil, pidamos la gracia de abrirnos a su amor y dejar que renueve todo en nosotros.

Recordemos que la mayor alegría de Dios es ser recibido por completo en nuestras vidas. Así, al recibirlo, comenzaremos un año lleno de paz, esperanza y renovación espiritual.

R. Sanz Carrera

Publicado en Tan_Gente