Resucitados

Cambiar el mundo

Javier Pereda Pereda

El cartel de esta Semana Santa hispalense ha suscitado una encendida polémica social. El Consejo de Hermandades y Cofradías de Sevilla encomendó este trabajo a Salustiano García, un artista local con alcance internacional.

La controversia del cartel continúa como “trending topic” en las redes sociales. Existen posturas encontradas: los que lo catalogan como una obra de arte y quienes reclaman su retirada porque desdice del sentido cristiano de este tiempo litúrgico.

La polarización ideológica ha llegado hasta el punto de politizar esta manifestación cultural y religiosa, en la que unos la catalogan de expresión de modernidad frente a quienes consideran inaceptable la representación de un Cristo feminizado. Un número significativo de personas se han manifestado en contra, y están promoviendo la retirada del cartel ante el Consejo responsable que seleccionó al retratista.

La controversia está servida. Sólo hace falta leer los ataques cruzados con descalificaciones, insultos, ironías, bromas y juicios de valor que se dispensan entre los contendientes. No obstante, cualquier obra artística está sujeta a la crítica constructiva, razonada y respetuosa, aunque sea exigente.

Me parece un error que el propio artífice sevillano diera entrada a los partidos políticos en este asunto, al explicar la buena aceptación de su trabajo por las formaciones que componen la Corporación municipal.

Quienes realmente están legitimados para dar su opinión son cada uno de los sevillanos, cofrades o no, y de forma especial todos los católicos. Porque no olvidemos que la Semana Santa, además de una tradición cultural maravillosa, sobre todo alcanza su más importante significado al conmemorar la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Representa la realidad más alta y divina que ha sucedido jamás desde la creación. Es un dicho teológico común: “Las realidades santas han de ser tratadas de forma santa”; ajenos a veleidades ideológicas, modas o criterios esteticistas. Esto es aplicable al cartel que representa al Señor.

Seguro que el cartelista, consciente de la importancia de la encomienda, ha actuado de buena fe, por lo que le es aplicable la presunción de inocencia. Pero también se evidencia, como reconoce él mismo, que observa el Misterio Pascual como mero espectador, sin implicación vivencial de la fe. Posee una contrastada sensibilidad artística, pero carece de los fundamentos teológicos y espirituales necesarios e imprescindibles para este encargo.

Se dice que Michelangelo Buonarroti pintó rodillas, en señal de veneración, la Creación de la Capilla Sixtina. Habría que distinguir, por lo tanto, entre la calidad artística de la obra y si es la apropiada para un cartel de contenido cultural-religioso.

Posiblemente el creativo no haya pretendido hacer un guiño al fundamentalismo de la ideología de género que se ha colado en todas las facetas culturales; pero lo parece, como curiosamente miles de personas coinciden en criticar abiertamente esta misma realidad. Se revuelve el interpelado con que estos innumerables reproches representan a muchas personas enfermas que necesitan ayuda, pero la ayuda puede prestársela el respetable.

Los “Cristos Resucitados” que salen del sepulcro, sin vendas y mortajas, suelen llevar poca ropa, como ocurre en la crucifixión. Así sucede con el Resucitado renacentista de Rafael Sanzio, que traemos en esta imagen, el de Pietro Perugino en el Quattrocento, el de Rubens, el Greco o el Cristo vivo de Torreciudad, del italiano Pasquale Sciancalepore. En estos cuadros salta a la vista, sin ningún género de duda, que el Resucitado es perfecto Dios y perfecto hombre, e invita de inmediato a hacer oración.

Que se pretenda justificar el cuadro con que el paño de pureza imita al del “Cachorro”, es desviar la atención, porque ese lienzo no produce provocación alguna. Lo que suscita provocación en el cartel del pintor es el maquillaje en los ojos de su hijo Horacio, en quien se inspira, los labios coloreados de rojo y esa musculatura de gimnasio; todo el conjunto de detalles que transmite una figura andrógina.

Excusar la imagen porque estamos en 2024 se desmonta porque “Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre” (Hb 13,8-9).

Por si existieran dudas, escuché la opinión autorizada de un “semanasantero” sevillano, líder de audiencia en una cadena radiofónica reconocible y amigo personal de Salustiano, que con delicadeza y respeto opinaba que no le importaría tener una obra suya en casa, pero ésta resulta inadecuada porque no anuncia lo que viene a anunciar. Pues habrá que devolver el cuadro a los chiqueros.