Queridos amigos, lectores y compañeros, espero y deseo que estéis bien. Ya es diciembre, segunda semana de adviento, pero no pude escribiros hasta ahora debido al turno que tengo, pero que bendita suerte la mía de que me haya tocado escribiros hoy, en un día tan especial como es el día de la Virgen de Guadalupe.
En muchos países del mundo se guarda una especial devoción a la Virgen, solo basta recorrer la geografía española y comprobaremos como prácticamente en cada pueblo por pequeño que sea existe un especial amor a María. Pero probablemente en ningún lugar del mundo exista tal admiración como en México. Aún no he tenido la suerte de poder viajar a “la villa” que es como allí llaman al lugar donde se encuentra la tilma, pero espero poder hacerlo para el 2026. Allí existe una especial devoción desde que hace ya 500 años se pronunciasen aquellas hermosas palabras de María a San Juan Diego: “¿Acaso no estoy yo aquí que soy tu madre”?
Y es que María se hace querer. Se hace querer con ese amor maternal, por mirarnos con esos ojos de misericordia como reza el canto de la salve. Ha cuidado toda la vida de Jesús, hasta que una espada de dolor atravesó su corazón en cumplimiento de aquella profecía de Simeón. Sin duda debió de ser un dolor terrible para ella, pero un dolor lleno de amor porque confiaba plenamente en la promesa de Jesucristo.
María nos espera junto con Jesús a los pies de la Cruz, cuando hace esa pregunta a Juan Diego realmente nos la está haciendo a todos nosotros, y espera que nosotros le respondamos “aquí estoy yo que soy tu hijo”. Y los hijos de María son los que la hacen caso en aquello de “haced lo que Él os diga”. Cumplir la voluntad de María es cumplir la voluntad de Dios porque María quiere también cumplir la voluntad de Dios. Y es como os decía antes, que aquí nos espera junto a la Cruz de su hijo, obedientes, respetuosos y llenos de amor.
Recemos a la Virgen de Guadalupe para que cada día estemos más cerca suya y también más cerca de su Hijo. Y que sea ella siempre nuestro amparo y protección.
Un abrazo: Carlos.