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La batalla de Lepanto constituye uno de los más grandes encuentros navales de todos los tiempos. Entraron en lucha alrededor de trescientos navíos por bando, y un total de setenta u ochenta mil hombres.

El que los turcos se presentasen con un dispositivo en forma de media luna, y los cristianos figurasen con su escuadra una cruz, obedece no sólo a motivos simbólicos, sino también a razones tácticas. El plan de Alí Pachá consistía en envolver a los cristianos por los flancos, y en un movimiento de doble conversión, invertir los términos y encerrarlos en el golfo de Lepanto donde, rodeados de tierras enemigas, nada tendrían que hacer.

El Papa pidió que se rezara el Rosario. El resultado no pudo ser mejor. En unas cuantas horas la escuadra turca había dejado prácticamente de existir. Las pérdidas por una y otra parte habían sido tan desiguales que dieron motivos para que se hablase de un hecho milagroso. Cada 7 de octubre, desde 1571, lo recordamos y lo celebramos con agradecimiento a la Virgen del Rosario.

Rafael de Mosteyrín Gordillo