Sin Autor

Hace unas semanas que se puede ver la tercera temporada de “The Chosen”, en castellano. Es una serie sobre la vida pública de Jesús que solamente necesita corregir el tema del parto virginal de María Santísima. Es real que no es una cuestión menor, pero se puede aprovechar para explicar aquello de San Bernardo, de que el Hijo de Dios nació igual que “un rayo de sol atraviesa el cristal sin romperlo ni mancharlo”. Y ya hemos dado la catequesis que Hollywood, desde siempre, necesita escuchar.

La verdad es que he esperado a verla, aunque hace ya meses que estaba disponible en inglés, porque, en ocasiones, ese idioma me resulta confuso, aunque lo he estudiado toda la vida. Preferí esperarme a que estuviera doblado en castellano. La primera temporada la vi cuidando a mi padre, en unos días de agosto que pasé en Barcelona, y me trae unos recuerdos imborrables.

Meditando en las diferentes escenas me impresiona el corazón la vida de todos aquellos que CASI siguieron a Jesús del todo, y las muchas veces que los apóstoles no podían estar con Jesús porque tenían que trabajar, visitar a sus familias, y algunas otras cosas, también necesarias.

Del primer grupo quisiera destacar a algún fariseo, como Nicodemo o José de Arimatea, que lo seguían pero a escondidas. Tenían Fe en sus palabras, aunque no se atrevían a expresarla en público, porque quizás, les parecía imposible. Igualmente a los romanos que gustaban de su Sabiduría y su ciencia. El pretor que había arreglado la sinagoga de Cafarnaún, el centurión que lo llevo hasta el Calvario, aquél que dijo “Verdaderamente, Éste era hijo de Dios”. Es cierto que los tiempos de Dios no son los nuestros, pero me sabe mal por ellos, porque tardaron en darse cuenta, o en cambiar de vida o, sencillamente, disfrutaron menos de lo que podrían haberlo hecho, gracias a convivir con el Maestro.

Del segundo grupo pienso en los apóstoles, o en los vaivenes de las mujeres que lo seguían. La serie, refleja cómo, a veces, María Magdalena duda, o cómo una de ellas, marcha para estar un tiempo con su padre. Es verdad que no sabemos si las cosas sucedían así, pero no cabe duda de que el relato evangélico sucedía en un espacio y un tiempo determinados, que impedían a muchos estar continuamente con el Señor.

¿Habéis pensado alguna vez cómo sería nuestro día a día sin ese CASI?

Me impacta darme cuenta de que a veces no cumplo la voluntad de Dios del todo por poner mi propio yo por delante. Y también pensar que si no fuera por ese “CASI”, tantas cosas fluirían de manera mucho más acorde a la voluntad de Dios, igual que la serie muestra, cuando discípulos y Jesús, van del todo acordes en todo.

Me sabe mal lo que nos podemos perder como discípulos por no darnos cuenta en tiempo real de que SÓLO UNA COSA ES NECESARIA. De que aquellas cosas que nos parece necesario salvar o preservar, sin entregarlas al Señor, nos están impidiendo la obra suya en nosotros, CASI sin que nos demos cuenta.

Os animo a darle todo cada día, a que seamos sólo transmisores de su gracia para todos los que vengan sin poner NADA de nosotros. A ni siquiera reservarnos ese CASI que le resta sobrenaturalidad a la presencia de Jesús en el Alma de cada uno. Que podamos ser, también, como un cristal que no interfiera la obra de Dios en los demás, nunca como un espejo que refleje más a nosotros mismos que a Jesús.

También os envío mi bendición sacerdotal a cada uno, y un fuerte abrazo.

Publicado en Se llenaron de inmensa alegría por el padre Antonio María