Laudate Deum

Cambiar el mundo

Claudia Enríquez

Luego de la publicación de la carta encíclica “Laudato Si” sobre el cuidado de la casa común en el 2015, este año, el Papa Francisco redobla la apuesta con un fuerte llamado de atención a toda la humanidad sobre el deterioro del medio amiente con la reciente publicación de la exhortación apostólica “Laudate Deum”, sobre la crisis climática.

En este documento, el Papa manifiesta que el impacto del cambio climático es un problema social global que está estrechamente conectado con la dignidad humana. En este sentido, afirma que “todo está conectado” y que “nadie se salva solo”. El clamor de la tierra y el clamor de los pobres se unen -una vez más- para unificar un grito de auxilio que busca ser escuchado por todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

El mensaje de esta exhortación, deja en claro que el gran crecimiento tecnológico de los últimos tiempos no estuvo acompañado de un desarrollo humano integral dado a que falta una ética sólida, una cultura y una espiritualidad que realmente limiten y contengan al hombre en su ambición de poder y dominio. Para que realmente exista un cambio debe haber una conversión ecológica, como se señala en la encíclica Laudato Si.

Al respecto, se advierte que, en este momento de la historia, las capacidades humanas ampliadas por la tecnología pueden ser peligrosas. Se expone una profunda preocupación por el impacto del paradigma tecnocrático y se reclama la urgente necesidad de replantear la cuestión del poder humano, su sentido y sus límites.

En Laudate Deum se admite que si bien la cultura posmoderna ha generado una nueva sensibilidad hacia los que son más débiles y menos dotados de poder, todavía queda un largo camino por recorrer. Así como también, que los nuevos rumbos a tomar requieren de decisiones en el plano internacional que superan los compromisos personales y de las pequeñas comunidades.

Asimismo, no se deja de depositar la esperanza en el aporte que cada persona pueda hacer para embellecer el mundo. No quedan dudas de que es necesaria una reconciliación con nuestra casa común por el daño que le hemos hecho. En este punto, cada uno tiene su responsabilidad y su compromiso.

En conclusión, Laudate Deum es un signo de que estamos ante una crisis con impactos inimaginables en la vida de la humanidad, en muchos casos ya irreversibles. Han pasado ocho años de la publicación de Laudato Si y, sin embargo, el problema se ha profundizado.

Ojalá que la voz del Papa Francisco nos haga eco en el corazón y podamos ser -cada uno- portadores de una esperanza enraizada en acciones concretas y que aquellos líderes que tienen el poder de tomar decisiones significativas al respecto puedan hacerlo superando sus propios intereses por el bien de toda la humanidad.

Amén