Señor Jesús, que quisiste prolongar tu presencia entre nosotros por medio de tus sacerdotes, guarda puros nuestros corazones y protégelos de todo mal.
Haz que nuestras palabras sean solo las tuyas, que nuestros gestos sean los tuyos, que nuestra vida sea fiel reflejo de la tuya. Que no tengamos miedo al servicio, entregándonos por completo a ti.
Que seamos fieles a nuestros compromisos celosos de nuestra vocación y vivamos con la alegría del don recibido. Bendice nuestros trabajos y desvelos, y aumenta el número de tus apóstoles. Te lo pedimos por intercesión de tu Madre, la Santísima Virgen María. Amén.