Javier Pereda Pereda

Cuando el Real Madrid CF pagó 45 millones de euros al Flamengo por el futbolista de 17 años Vinicius Júnior, podría parecer un fichaje excesivo. Con la irrupción de los club-Estado, que riegan con petrodólares el mercado futbolístico, la política financiera del equipo más laureado de Europa tuvo que reinventarse para seguir compitiendo. Se vio obligado a abandonar los fichajes galácticos (Zidane, Figo, Ronaldo, Beckham, Roberto Carlos) para invertir en jóvenes con talento mundial.

La dirección deportiva madridista ha combinado experimentados jugadores con jóvenes promesas en formación, a los que les inculca el ADN y los valores del escudo que defienden. Siempre existe la tentación de fichar a golpe de talonario o mediante “palancas” con el peligro de un desajuste presupuestario que aboca al concurso de acreedores. El cambio hacia una política para formar a jóvenes dotados, parece más económica, pero requiere paciencia y no siempre se acierta.

Resulta emblemático el caso de Vini Jr., hasta jugar en el equipo de la calle Padre Damián de Molokay. Con 18 años se incorporó al equipo filial del Castilla para ir adaptándose a las costumbres del país y a la idiosincrasia del club. Hace cuatro temporadas que debutó en el primer equipo y su progresión ha ido en aumento, y ahora reverbera la formación en él invertida. A más de uno nos hizo dudar si reunía las condiciones de calidad que se le exige a un jugador de la élite mundial. Al mismo Benzema se le pilló una confidencia con Mendy en el terreno de juego: “No se la des a él, juega con ellos”. Ahora, si Vini tuviera maldad, que no la tiene, se la podría devolver.

La exigencia de resultados inmediatos empuja a contratar jugadores de calidad con precios superiores a las tres cifras en millones de euros. Pero éstos no siempre cuajan, porque tienen lesiones, dificultades psicológicas o de adaptación, como se comprueba. Los deportistas de élite, paradigma de cualquier actividad personal, nos indican que con cualidades y trabajo pueden lograrse los éxitos propuestos.

La empresa especializada en tasación de deportistas, como Transfermarkt, el 23 de septiembre de 2022 valoraba al brasileño en 120 millones de euros. Tan sólo ocho meses después, con una excelente temporada, los títulos alcanzados y la posibilidad de levantar la Decimoquinta Champions, puede llegar hasta los 200 millones; al mismo nivel de Mbappé, Halland o Bellingham. Con este modelo deportivo jugadores con el mejor palmarés como Modric, Kross, Benzema o Rudiger se erigen en referentes de Rodrygo Goes, Eduardo Camavinga, Aurelien Tchouameni, Federico Valverde o Endrick.

El efecto Vinicius consiste en la velocidad imparable, el ataque con desborde por la banda, el cambio de ritmo explosivo, insuperables carreras con el balón controlado, descolocación del entramado defensivo, el regate imprevisible, las lambrettas, los caños y las asistencias de gol en velocidad. Este arsenal de recursos técnicos es sinónimo de gol. La impotencia de los defensores la suplen con faltas, que pueden llegar a lesionar al jugador.

Carlos Abrantes (Cacau) descubrió al niño Vini, que le entrenó desde los 5 hasta los 10 años. Le describe como una persona modesta, noble, alegre, con la cabeza ordenada. Para Vini Jr. el fútbol es una actividad sublime que, como católico, intenta ofrecer todos los partidos y los goles a Dios, con el gesto de elevar los dedos índices al cielo.

En esta España nuestra, cuyo pecado principal es la envidia (se puede enfatizar aún más con el adjetivo denigratorio previo de cuatro letras) los equipos mediocres y marrulleros ya han ideado cómo desactivarle con provocaciones y faltas constantes. Ocurrió en la final de Copa del Rey con el Osasuna, al que algunos seguidores pretenden utilizar como plataforma política de EH Bildu.

Otros equipos se prodigan en ganar a base trampas, y no me refiero a las arbitrales con millones de euros. Se trata de los insultos intimidatorios y ataques racistas que harían las delicias de los nacionalsocialistas del Tercer Reich. Seguro que Vini tiene consejeros que le ensañarán a gestionar estas dificultades. Pero no es descabellado que proteste ante la falta de amparo arbitral. Algunos detractores confunden a los agresores con la víctima.

Por contraste, el noble duelo del martes pasado entre Vinicius y Walker, el defensa del Manchester City, finalizó con un abrazo deportivo. El fútbol puede llegar a ser una auténtica escuela de virtudes.