Eucaristía

¿Cómo hago grande lo pequeño?

Cambiar el mundo

Marta Mata

Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, conmigo, acompañándome en este nuevo inicio de curso, que me ves, sonríes, me oyes y sonríes aún más. Creo que mientras te cuento mis planes para este nuevo año tú piensas: ¡Qué inocente, no tiene ni idea de lo que le tengo preparado…! Pero sigues escuchando cómo esta loca te suelta sus planes uno tras otro, y es entonces cuando vuelves a sonreír y me susurras al oído que quieres hacer cosas grandes conmigo este año.

¿Pero qué cosas grandes quieres hacer conmigo si no hago ni las pequeñas? No soy capaz de hacer la cama cuando tengo clase de 8.00 ¿y quieres más? No sé yo Señor… Y pasas de la sonrisa a la carcajada en un segundo y me dices que de eso no va la cosa, que estoy pensando como hombre y no como Dios, pues no se trata de conseguir grandes logros o de alcanzar imposibles, sino de hacer grandes las cosas pequeñas. Eso es la grandeza para Ti, el saber convertir cada pequeño detalle diario en una gran obra de Dios.

Y ahora que entiendo por dónde vas, te pregunto, ¿cómo hago grande lo pequeño? “Pues con amor” me contestas. Esa es la clave, hacer lo que tu día a día implique con mucho amor, porque todo lo que está hecho con amor es engrandecido y engrandece al que lo hace, al incluir dentro de ese obrar la intención de hacer feliz a otra persona que no seas tú mismo, y eso es algo muy grande.

Me vas explicando que para hacer grande lo pequeño tengo que ponerle ilusión a las cosas, cargarlas de alegría y ejercitar la paciencia. Para ello -me dices con insistencia- necesitas ser consciente de que te pido amor y no perfección.

Continúas contándome que debo ponerle a mis quehaceres el cariño propio de quien sabe percibir el sentido trascendental de lo que hace; bien porque ve como afecta a otras personas, bien porque sabe que da gloria a Dios o bien porque -sin llegar a ver ninguna de esas cosas en muchas ocasiones- al menos comprende que se autorrealiza y santifica con ello, y eso le basta para ponerle ese Amor que siempre transforma más a quien lo da, que a quien lo recibe. ¡Martita!, me dices con energía, ¡Hazlo todo con la alegría de quien sabe que, esa buena cara acompañada de una graciosa sonrisa, puede ser luz para muchos, y con ese esfuerzo de quien conoce los frutos de un trabajo bien hecho!

Eres el mejor!, pienso al escucharte. Yo que venía contándote mis planes de esas notazas que quiero sacar, esas fiestas a las que espero ir, las horas de deporte que me he propuesto hacer o los FaceTimes con mis amigas que tengo en mente. Y ahora entiendo que los tuyos eran todos los míos, con el plus que los hace grandes y que esperas de mí este curso; el amor añadido a todo lo que trabajo, disfruto, descanso… Ese es tu plan, enseñarme a hacer TODO con amor, para que así haga felices a los demás, para que yo misma lo sea y para que otras personas te conozcan a Ti a través de mi manera de hacer las cosas. Es algo muy grande lo que quieres hacer conmigo, porque este año quieres que en los apuntes que haga, en las conversaciones que tenga o en las miradas que cruce te vean a Ti. ¡Madre mía que reto! Ya entiendo por qué sonreías tanto eh…

Pero quiero hacerlo, Dios mío. Quiero llenar mis planes, estudios y conversaciones; de cariño, sonrisas e ilusión, y cuento con la ayuda de tu Madre, que es también la mía, para perseverar en el amor y en la alegría día tras día. Porque aunque no sé que me deparará este curso, quiero que haga lo que haga, y empezando desde hoy, sean todas cosas -grandes o pequeñas- hechas por Amor y para Amar. Porque como terminas susurrándome: “Las almas grandes tienen muy en cuenta las cosas pequeñas”.

Marta Mata España