Educar en el asombro

Cambiar el mundo

Me he permitido tomar el título del libro de Catherine L’Ecuyer para reflexionar personalmente sobre la “educación sexoafectiva” que pretenden dar desde el Gobierno actual a nuestros hijos.

Leo que se va a destinar una cantidad importante de dinero para organizar 24 “talleres piloto” que se impartirán en colegios de Infantil y Primaria. Hablamos no sólo de edades entre 6-12 años (etapa de Primaria), sino incluyendo ya a los menores de 6 (etapa de Infantil).

Estos talleres serán obligatorios en todas las etapas educativas de los centros sostenidos con fondos públicos.

El objetivo es que “los niños y niñas aprendan a conocer sus cuerpos y su sexualidad”, nos dicen desde el Ministerio de Igualdad. Y ya están programadas las fechas de impartición de los mismos.

Se pretende que los niños, me niego a decir “niños y niñas” en mi reflexión, vayan saltando las etapas de su vida como en una carrera de fondo.

La sexualidad no es un tema baladí; según el concepto que tenga de ella el gobierno de turno, así será el tipo de persona que querrán tener en la sociedad.

Ante esta imposición que se nos presenta a los padres, porque nunca se había intentado suplantar como en la actualidad el derecho a ser padres y el deber de ejercerlo como tales, hay que presentar batalla.

Batalla con las dos armas más importantes en este asunto: la Información y la Formación.

Los padres debemos estar informados de todo lo que afecte a nuestros hijos para defenderles frente al adoctrinamiento voraz, pero también procurar formarnos sobre las mejores alternativas para dar una buena educación afectivo sexual a nuestros hijos. Y las hay, doy fe de ello.

Dejemos a los niños que vayan descubriendo la belleza de la sexualidad por ellos mismos y a través de la ayuda de sus padres y buenos educadores.

Ese asombro ante la vivencia de la sexualidad que vaya apareciendo según van transcurriendo las etapas de sus vidas y sus ritmos.

Y no se permita que experimenten sensaciones que a través del adoctrinamiento pretendan transmitirles otros.

Beatriz Melguizo