Hablemos de novatadas: ¿tú qué opinas?

Cambiar el mundo, Universitarios

El comienzo del curso siempre es una época muy agradable, los exámenes todavía quedan lejos y lo único que debería a uno ponerle nervioso es la ilusión de comenzar nuevas asignaturas, conocer nuevos compañeros, abordar nuevos proyectos.

Sin embargo, no siempre es así. Con el inicio del curso, en los colegios mayores comienzan también las novatadas, y en algunos casos, lo que debería ser una oportunidad para conocerse, salir de uno mismo, integrarse (todo esto siempre muy positivo y deseable) se convierte en ocasión para que los cuatro graciosillos de turno humillen, vejen, incluso, en algunos casos extremos, agredan físicamente a los “novatos”.

¿Cuál debería ser la actitud de los que nos decimos cristianos ante estos hechos?

El auténtico católico es todo lo contrario a un ser adocenado, pusilánime o indiferente, porque conoce su suprema dignidad, su dignidad de hijo de Dios. Es recio y viril (virtudes tan deslegitimadas como necesarias en nuestros días). Discierne entre las cruces que le manda Dios (que, no exentas de dolor, y a veces agudísimo, siempre son oportunidad de crecer en virtud y co-redimir al mundo) de las que no lo son. No debe obediencia a nadie, excepto a Dios, sus mayores (padres, abuelos…), o su superior si pertenece a una orden religiosa (que no es el caso). Tiene el derecho, más aún, el deber de denunciar las prácticas humillantes y vejatorias que se cometan contra él o contra alguno de sus compañeros. Sólo actúa de cara a Dios, su único público es Dios.

Por eso, a ti que estás leyendo esto, independientemente de si sufres o no las novatadas, te invito en palabras de San León Magno: “¡Cristiano, reconoce tu dignidad!”

Es este un tema fundamental de la vida cristiana en general, no sólo para las novatadas. Sólo desde el reconocimiento de la dignidad a la que hemos sido llamados seremos realmente libres y actuaremos sin respetos humanos.

Teniendo esto claro, ¡adelante!: conoce gente, ábrete, no tengas miedo. Diviértete y sé feliz, pues para esto hemos sido creados: para ser felices, tanto en la vida futura como en la presente.