Tengo el corazón partió

Cambiar el mundo

Con esta sencilla frase medio poética, dejo claro mi situación actual. En pausa ¿y que hago ahora con este dolor? ¿me voy a una discoteca; a por un clavo? ¿apago las penas con alcohol?¿decido huir viajando lejos para olvidar lo que sucede? Estas son muchas de las decisiones “fáciles”, tan de moda, y que solo nos alejan de Dios. Vivimos en un país donde tenemos la libertad de elegir si queremos que nos persigan fantasmas. O ser un claro de luna sobre la oscuridad.

Si lo hacemos mal, o mejor dicho, sin pensar. Como mucho nuestra familia y algún amigo nos dará “ la murga”. Pero si tenemos voluntad. Y ganas de ser para nuestro pasado un ejemplo ante las adversidades, ser para nosotros y el resto, un testigo de Dios. Podremos dedicar nuestro nuevo tiempo. Y nuestra certeza de compasión en unas cervezas (o Coca-Cola) con los amigos, dedicar tiempo a la familia, visitar parientes que están solos y necesitan de cariño. Con carácter cristiano. Personas que ante las dificultades no temen arrodillarse y decir; soy débil, necesito ayuda, en ti confío.

Y te voy a contar un secreto. A mi me paso y de camino conocí a alguien que mejoro de mi herida. Lo que Dios no curo para que fuera ella. Esta libertad tan verdadera. La belleza que me acompaña.

Javier Gonzalo Pellico