Te has colado, Colau

Cambiar el mundo, Universitarios

¿A quién no le gusta leer? Resultaría extraño no encontrarse, a día de hoy, aficionados al apasionado mundo de sueños y aventuras que  se esconden tras las palabras de tantos y tantos libros. En ellos, la ficción juega y disfruta embaucándonos en todos sus relatos, en cada capítulo y con cada personaje. Todo ello, eso sí, obra de la originalidad e ingenio de quien en algún momento pensó que tenía un cierto arte digno de expresar.

libexpresNuestros días, sin embargo, nos quieren demostrar que cualquiera puede hacer «arte». Si no, que se lo pregunten a los asistentes de la entrega de premios del Ayuntamiento de Barcelona al escuchar una poesía vulgar y ofensiva del Padrenuestro, que pudieron  percatarse de que la falta de respeto se lleva ahora mucho de moda, y más aún si va con la mira puesta hacia las creencias religiosas.

La buena poesía emociona y hacer sentir. Refleja en cada uno de sus versos la magnificencia y profundidad que Dios nos ha querido regalar a todos y cada uno de nosotros. Pero nunca puede ser vehículo de insulto, o mejor dicho, de falta de respeto. La libertad de expresión, por mucho que se quiera maquillar y tergiversar, no es un derecho absoluto de nadie. Te has colado, Colau.

No vale poner la etiqueta de libertad a todo lo que se hace. Libertad, para quien no lo sepa, implica respeto. Por tanto, sin respeto, ¿Dónde queda la libertad? ¿Hasta qué punto uno se cree con la facultad de decir lo que quiera? Porque, ¿les agradaría a ellos ser ofendidos?

admin-ajax.phpEn cualquier caso, solo queda dar las gracias por haber demostrado que esta sociedad necesita un cambio, que los mares se presentan revueltos y que tenemos que ser más fuertes que nunca. Hoy nos toca a los católicos levantar la cabeza. Perdonamos, como Dios nos perdona. Pero esperamos arrepentimiento de todo acto que vaya en contra de la dignidad de la persona. Hoy es hora de ser valientes, dar la cara con caridad en ambientes adversos. Es hora de luchar por ser diferente. Dios, como decía el Papa Francisco, da las peores batallas a sus mejores soldados ¡Nademos a contracorriente!