En Cuaresma no hacemos cosas raras…

Cambiar el mundo, Universitarios

Mortificación te sonará a algo extremo, que solo lo hacen los súper religiosos o gente que está loca. Perdóname que te diga pero no es así. Para explicarlo te propongo tres ideas: la alegría, la Cruz y dejarse de cosas raras.

Hacer un sacrificio sirve de poco si lo haces con disgusto. ¿Qué te crees que Dios quiere que sufras? Lo único que pretende con esto es que le quieras más a Él y a los demás, vaya, que te dejes de egoísmos. Para hacer un sacrificio hazlo con alegría, no olvides que es por amor. Por ejemplo, si fumas y quieres hacer el sacrificio de dejarlo, me parece estupendo. Ahora bien, si luego estás con una “cara vinagre” que no te aguantas ni a ti mismo, mejor fuma y no molestes a la gente.

“Esto de sacrificarse está muy bonito pero déjate, que yo no he nacido para extremista”. Si piensas eso, lo puedo entender. Nadie quiere que seas un extremista. Pero deja de pensar y mira la Cruz. ¿Quién Cristo de Javier 02está ahí y por qué?  Sí, es Jesús. El mismísimo Dios hecho hombre y crucificado por ti y por toda la humanidad. Lo hizo por amor a nosotros, Él sí que llegó al extremo. Pero… y tú, ¿qué haces por Él? Si es poco o nada, no te me vengas abajo, ¡Está todo por hacer!

Puedes pensar en hacer algun sacrificio en la comida, en escuchar menos música, usar menos el móvil, acostarte a la hora prevista, levantarte a la primera, o incluso sonreir cuando menos apetece. El trasfondo es muy sencillo: piensa y haz aquello que te acerque más a Dios y los demás.

También es bueno saber que para agradar a Dios no hay que hacer cosas raras. No se trata para nada de vestirse de saco o atarse cadenas. Hay que ser normales y naturales. Coge tu cruz de cada día con alegría que no es poco. Ofrece pequeños detalles y tendrás resultados enormes.

Esto de la mortificación es bueno hacerlo todo el año, porque nos fortalece, nos hace menos caprichosos, nos ayuda a dominar nuestros gustos y apetitos, aunque la Iglesia nos invita especialmente a hacerlo durante estos cuarenta días -cuaresma- como preparación para la Semana Santa.

¿Te parece bien? Pues te propongo que ahora, ya, te hagas una pequeña lista y los lleves a cabo para que no quede sólo en buenas intenciones.