¿Qué entrada terminarás comprando?

Cambiar el mundo, Universitarios

Un año da para mucho: 12 meses en los que poder llenar la agenda de planes y eventos, decenas de semanas con las que aprovechar el tiempo de mil y una maneras… y también cientos de días para guardar como oro en paño en la retina de nuestros pensamientos. Pero hay momentos que están muy por encima de la infinidad de “líos” que nos bombardea nuestro día a día, y una de esas fechas es la navidad. Al menos, eso me insinuaron los comentarios que escuchaba a lo largo de lo que estos días se ha convertido en un mar de gentes, bolsas y regalos. Pero, ¿Qué se celebraba exactamente?

 

Desde luego que, junto a las luces que adornaban la calle, la escena era digna de una postal de las que se venden en pleno Manhattan. Pero, justo al final de ese paseo, descansaba en una esquina, apartada del jolgorio de estas fechas, una familia sencilla y modestamente iluminada: un padre que miraba tiernamente a su esposa, sobre la que descansaba un dulce bebé recién nacido. Allí estaba el verdadero jolgorio, la Luz más brillante, el momento más señalado del año.

Pero, para muchos de nosotros, el momento más esperado después de todo un año de estudios, agobios, fatigas y alguna que otra decepción es ese encuentro con los amigos que llevas meses sin ver, la cerveza pendiente con la amiga a la que tienes que contar lo último que te ha pasado, las comidas con los familiares o el partido de fútbol que juegas todos los años por estas fechas, ¡Y cómo no, la fiesta de fin de año! Pero, ¿Y qué hay de esa familia que hace más de dos mil años no encontraba ninguna posada y tuvo que guarecerse en un establo para que una madre pudiera dar a luz? ¿No recuerdas que estos días de vacaciones están para celebrar el aniversario de aquel nacimiento? ¿Has olvidado que en aquel establo Dios vino al mundo?

A lo largo de estos días van a ofrecerte muchísimas entradas. Unas te darán pase libre para el cotillón, y otras muchas te las van a pedir para que disfrutes más que nunca con la gente que te quiere. Pero no te olvides de que aquel que mejor te conoce, el que nunca te falla viene para quedarse contigo: Jesús quiere llenar tu corazón de una felicidad que desborda. Tomar decisiones es de valientes, y nosotros, que somos jóvenes, debemos preguntarnos: ¿Vamos a comprar la entrada que Dios nos ofrece para vivir con Él esta Navidad?