Más fuerte que el odio

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Nadie puede cambiar. Yo he nacido así. Uno siempre acaba siendo como sus padres… Pero nada mejor que este libro para borrar todos estos prejuicios. Esta novela es, ante todo pronóstico, un testimonio de amor y perdón. Y ¿por qué?

Tim es un niño francés abandonado por su madre a los pocos meses de nacer, su padre le maltrata hasta casi darle muerte; su infancia transcurre en el hospital y yendo de casa de acogida a centros de menores. Su adolescencia parece sacada de un thriller o de una película porque lo que vive ya desde tan joven muchos de nosotros ni nos lo podemos imaginar, ni lo vamos a vivir jamás. Su juventud se resume en peleas callejeras, prostitución, supervivencia, boxeo y su única motivación para vivir es matar a su padre, solo le mueve la sed de venganza y odio. La historia podría acabarse aquí, Tim podría haber continuado su vida de sexo desenfrenado, de acciones al borde de la muerte, y pasar totalmente inadvertido para muchos de nosotros, pero sin embargo el «Big Boss», como él lo llama, tenía otros planes.

El camino hacia el perdón y la reconciliación os lo dejo para vosotros porque describirlo e intentar explicarlo aquí sería quedarse corto. Solo os puedo decir que no hay libro ni historia que refleje tan bien como este la transformación de un corazón de piedra a un corazón de carne. Cómo se puede pasar de una vida destrozada que solo se conoce el odio a una vida donde solo se conoce el amor y el perdón. Es realmente un milagro y lo mejor es que existe.

Después de leer esta novela, de vivirla a fondo, uno tiene esperanza en el hombre, uno cree que puede cambiar. Y lo mejor es que después de Más fuerte que el odio uno se da cuenta de lo que transforma a la gente, lo que necesitan las personas es amor y un amor sin medida, sin prejuicios, sin recompensas, que no juzgue, que espere siempre, que todo lo soporte. Después de este libro, ya no hay excusas para decir que no se puede hacer el bien, que no se puede amar, porque Tim lo ha hecho y desde situaciones mucho peores que las nuestras. Este testimonio nos enseña a no juzgar, a perdonar y sobre todo a AMAR -en mayúsculas-. Vale la pena leerlo y darse cuenta de cómo merece vivirse la vida.