Dios es grande. Es increíble lo que hace en nuestras vidas cuando estamos dispuestos a dar un salto de fe hacia lo que para nosotros es desconocido y le dejamos hacer. Soy Ali Blázquez, de Barcelona, y tengo 29 años. Mi marido Nico y yo vivimos como misioneros a tiempo completo en España porque el Señor es así de generoso.
Tanto Nico como yo, antes de conocernos, sentíamos el deseo y llamado a dedicar todo nuestro tiempo a la Iglesia, a dárselo todo al Señor. En España, la propuesta para dar respuesta a este deseo es o bien el sacerdocio o la vida religiosa, pero ninguno de los dos nos sentíamos llamados a eso.
Recuerdo estar estudiando Psicología en la universidad y decirle al Señor en oración: “me encantaría tener una familia y trabajar para ti en la Iglesia, haciendo labores evangelizadoras para que los jóvenes se encuentren con tu amor”. Eso me llevó a pasar 6 años en EEUU como misionera a tiempo completo, haciendo retiros para adolescentes, jóvenes y adultos, formándome y creciendo en mi relación con Dios y en el ministerio de alabanza. 10 años más tarde, aquí estoy; casada y viviendo como matrimonio misionero a tiempo completo, ambos renunciando a un trabajo según nuestras carreras profesionales para dedicar todo nuestro tiempo al servicio de la Iglesia.
Es precioso, porque cuando vives para la misión, tu jefe es Dios. Dios es el jefe más comprensivo, generoso y confiado. También es un reto, pues cada paso que damos es bastante a ciegas, buscando la voz del Señor, que a veces se mezcla con la nuestra y hay que discernirlo todo muy bien.
Creo que ese es el mayor regalo que me ha hecho el Señor dejándome trabajar para Él; que no puedo ir a ningún sitio sin Él ni mover ninguna ficha sin antes consultarlo con Él. Eso requiere un ritmo y vida de oración diaria radical y una relación real con el Señor. Nico y yo empezamos el día rezando juntos el invitatorio y siguiendo con un rato de oración personal en nuestro rincón de oración en casa, dónde intentamos tener también un rato de alabanza familiar todas las semanas.
Terminamos el día rezando juntos con el evangelio del día, dando gracias a Dios, pidiéndonos perdón y reconociendo como nos ha amado el Señor a través del otro.
Por gracia de Dios, somos muy conscientes de que nuestra primera misión es estar con el Señor, después nuestro matrimonio, y por último nuestra labor misionera. Ordenar esto en nuestro día a día también ha sido (y sigue siendo) un aprendizaje. Implica discernir cada propuesta que se nos hace y saber decir que no cuando la misión amenaza a ocupar el tiempo reservado para Dios o para el matrimonio.
Y en el día a día, ¿cómo lo vivimos?
Actualmente, yo estoy dedicando la mayor parte de mi tiempo a Life Teen España, como coordinadora y directora del campamento de verano, además de pequeños proyectos y eventos que salen a lo largo del año (ya sean con Life Teen o con otras iniciativas). Por su parte, Nico está llevando a cabo un proceso de renovación pastoral de jóvenes adultos en nuestra parroquia, acompañando a varios jóvenes en un proceso de discipulado con la metodología FOCUS y colaborando con una organización enfocada a la formación de sacerdotes.
Algo central en nuestras vidas es la oración de alabanza, en la que dejas de mirarte a tí para mirar al Señor. A los dos nos ha ayudado mucho en nuestra relación con Dios, y Dios es tan bueno que nos ha regalado el don de la música y el llamado a evangelizar a través de ella. Parte de nuestra misión conjunta es esa; proporcionar encuentros con Dios a través de eventos de alabanza y formar a otros líderes de alabanza en una escuela de alabanza parroquial.
Una pregunta que nos hacen mucho es: ¿Cómo os sustentáis económicamente? La respuesta rápida es fácil; de la providencia del Señor a través de la generosidad de la gente. Como decía antes, para poder ofrecer todo nuestro tiempo a la Iglesia, Nico y yo estamos renunciando a trabajos ordinarios que nos darían estabilidad y seguridad económica.
La realidad de hoy en España es que la Iglesia no tiene medios económicos para cubrir nuestros sueldos, pero entendemos que la Iglesia no es solo una entidad, sino el conjunto de personas que la formamos. Como bautizados, TODOS estamos llamados a la misión, y la Santa Madre Teresa de Calcuta lo dice muy bien: “Unos dan yendo, y otros van dando”, “yo hago lo que usted no puede y usted hace lo que yo no puedo. Juntos podemos hacer grandes cosas”.
Nico y yo somos unos afortunados de tener un equipo de personas que entienden y viven eso, y nos apoyan con donativos mensuales a través de la diócesis y de Life Teen. Esto también nos lleva a vivir en asombro de Dios y en confianza plena en Él, sabiendo que si el Señor en algún momento nos quiere llamar a otra cosa, será Él quien cierre el grifo.
Hay gente que no entiende nuestra forma de vivir, y es que si no la lees desde la generosidad y el amor radical de Dios, no se entiende. Para nosotros es una locura y una bendición, el mayor regalo que Dios nos ha hecho.
Rezo para que este testimonio os dé la certeza de que Dios nunca va a poner en vuestro corazón un deseo que Él no pueda cumplir. Así que, ¡a soñar grande!
Ali Blázquez







