Para soñar despiertos
Me llamo Marisol Escribano Olmo, y soy enfermera. Trabajo en la Unidad de Onco-Hematología del Hospital Infantil de Jaén. La edad de mis pequeños pacientes es de 1 a 14 años, y sus periodos de hospitalización son muy largos, a veces pueden durar hasta 8 meses, depende de la respuesta a los tratamientos de quimioterapia con todas sus complicaciones.
Durante su estancia en el hospital estos pequeños vienen acompañados de otros dolores: sus madres , que lógicamente llegan angustiadas tras recibir el delicado diagnóstico de sus hijos (cáncer, siendo el más común Leucemia). En esos momentos comienza una convivencia muy especial procurando que el hospital no se convierta en un lugar hostil sino su segunda casa y que a mi no me vean solamente como una enfermera sino como una amiga que las escucha, anima, y comprende. Mi trabajo a veces es duro pero al mismo tiempo gratificante porque vuelvo a casa con el mejor de los regalos: la sonrisa de mis niños y las lágrimas de sus madres.
En los ratos libres del Hospital juego con mis niños, hago un poco el payaso, me pongo a su altura, celebro sus cumpleaños, les llevo alguna sorpresa y averiguo cuales son sus gustos; y cuando el niño duerme procuro que la madre se desahogue si quiere llorar. Es el momento de tomar un café, escuchar sus confidencias y dar consuelo. Es cuando les hablo de la necesidad de la fe ante el dolor y de su valor redentor, de lo importante que es el abandono en las manos de Dios que nunca nos pedirá más de lo que podemos dar etc., a veces no es nada fácil pero me doy cuenta que después de nuestras conversaciones muchas encuentran paz dentro de su dolor y preocupaciones.
Una vez escuché a San Josemaría decir a las enfermeras, que nuestro trabajo era tan grandioso que tenía que transcender porque siempre teníamos en nuestras manos algo muy sagrado ya que debíamos ver en un enfermo al mismísimo Cristo. Desde entonces tuve muy claro que mi trabajo debía transcender más allá del ámbito hospitalario y pensé en un lema ilusionante para mis niños: PIDEME LA LUNA Y TE LA INTENTARE ALCANZAR CON TAL DE QUE TUS SUEÑOS SE HAGAN REALIDAD, y de esta forma tan sencilla nació la Asociación PIDEME LA LUNA una asociación sin ánimo de lucro, formada por enfermeras, médicos, auxiliares de enfermería, estudiantes de medicina y padres de niños de Onco-Hematología del Hospital Infantil de Jaén cuyo único objetivo es hacer que se cumplan todos los sueños de nuestros niños por difíciles que sean, y devolver a sus caras una sonrisa tras sus largos periodos de hospitalización.
Queremos que sean nuestros niños los protagonistas de sus propios sueños, que sonrían y que se les olvide, aunque sea por unos instantes, que están malitos. Ellos sueñan pero despiertos porque sus sueños siempre se hacen realidad, por eso me gusta definir a Pídeme la Luna como LA FÁBRICA DE SUEÑOS.
Desarrollamos un programa de actividades dentro y fuera del hospital que constituye para ellos una magnífica terapia por la alegría que les aporta, siendo también y al mismo tiempo una constante motivación.
En estos años han conocido a los jugadores del Real Madrid, del Betis y del Valencia. Hemos toreado juntos en una capea con la ayuda de un matador de toros. Han navegado el 16 de Julio junto a la Virgen del Carmen. Han nadado y bailado con los delfines en Portugal. Han asistido al musical El Rey León o han conocido a los cantantes: Malú, Melendi, Gemeliers o Violetta y para algunos se ha cumplido el sueño más grade de sus vidas: viajar a Eurodisney.
A veces hay que correr porque el tiempo se acaba, este fue el caso de Pedro Antonio. Un chico de 12 años que su gran sueño era conocer al conjunto de rock andaluz Medina Azáhara; lo invitaron a un concierto pero la enfermedad se agravó y no daba tiempo, entonces vinieron ellos a su habitación del hospital y Pedro Antonio el día siguiente se fue al cielo muy feliz después de haber cumplido su sueño.
Para financiar los gastos que originan estas actividades, he escrito y editado un cuento bilingüe (español-inglés) EL AGUILA Y EL GORRIÓN basada en una historia real que se está distribuyendo por muchos colegios y librerías y también en el propio hospital. Está colaborando mucha gente generosa y solidaria y ha sido muy difundido también por los medios de comunicación; ya vamos por la octava edición. EL AGUILA Y EL GORRIÓN ha volado a otras ciudades como: Pamplona, Valencia, Barcelona, Sevilla, Granada, Madrid etc. y también ha surcado los mares llegando hasta: Venezuela, Cuba, Chile, Miami, Canadá, Inglaterra e Italia.
Sólo me queda decir gracias de todo corazón a todas las personas que nos ayudan a llevar a cabo todos estos proyectos y que seguiremos con la misma ilusión cumpliendo los sueños de nuestros niños porque merece la pena. Ellos son un ejemplo de lucha, esperanza y superación, nunca pierden la sonrisa y nos enseñan cada día que el dolor es compatible con la alegría.
Marisol Escribano Olmo