Cuaresma, tiempo de conversión

Cambiar el mundo, Cuaresma

Sin Autor

Por Reflexión de Víctor José Morales-Ch
@vjcmorals

Desde la fe podemos ir dando pasos de conversión, arrepentimiento y sanación espiritual. La Iglesia en su ser madre, maestra y pedagoga nos presenta un tiempo específico, un tiempo especial, dónde se nos brindan las herramientas y medios necesarios para profundizar y hacer ese camino de conversión. Ese tiempo es la Cuaresma, dónde recordamos los 40 días que Jesús pasó en el desierto, un lugar seco, árido, sin agua, sin alimento, un lugar de dificultad.

Eso me hace pensar en el desierto que tenemos en la provincia en la que vivo, aquí en Venezuela; es un lugar donde la reflexión se hace fuerte y el camino es cuesta arriba; puedo elevar mi imaginación y les invito a ustedes también hacerlo, y desde la aridez que podamos estar viviendo o el camino de conversión que vamos realizando, lo llevemos a esos 40 días que vamos atravesando y ofrezcamos a Dios cada día, de este trance de sanación y liberación personal y pidamos a Él la fuerza y gracia de su Santo Espíritu para vivir con felicidad y arrepentimiento este tiempo.

Cuando en la vida nos cruzamos con situaciones de dificultad tenemos dos opciones: en la primera, nos estancamos allí; o la segunda, crecemos y aprendemos. Jesús en el desierto aprendió y se fortaleció y fue desde ahí donde Él tomo las fuerzas para lo que ya le venía. Al vivir la Cuaresma nos encontramos invitados a dar ese paso de reconocer las piedras o las dificultades en nuestro camino para poder aprender de ellas.

Estamos en un tiempo donde podemos conectar y descubrir. Descubrirme, descubrir al otro y descubrir a Dios. En definitiva, es descubrir el don de Dios que hay en mí. Y esto va desde reconocer los talentos que tengo yo y los que me pueden aportar los demás y DIOS en mi vida. Talentos, dones, regalos, capacidades, aptitudes, competencias.

La Cuaresma no sólo es penitencia, pedir perdón, o arrepentimiento. No sólo es ver nuestro pecado. Es, sobre todo, apreciar nuestras capacidades (los talentos que hay en mí y reconocer lo que hay en el otro). Es un tiempo para descubrir lo que Dios nos ha regalado y lo que podemos ofrecer a los demás. Para ello les invito a que bajemos la mirada a lo más profundo de nuestro corazón y desde ahí entreguemos a Dios todo aquello que es ajeno a nosotros y bendigámoslo por los dones y talentos que él nos ha regalado.