Alejandra quiso callar a Dios. Ahora no deja de hablar de Él

Testimonios

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Alejandra Rojas creció entre dos mundos: madre católica y padre protestante. A los 13 años se hizo protestante, pero poco después se declaró atea. Empezó a dar argumentos contra la existencia de Dios; se llenó de ideologías y trató de llenar su vacío con experiencias que no hacían más que aumentar el dolor: sufrió bullying, cayó en pecados contra la castidad e incluso llegó a obsesionarse con contar las calorías de todo lo que comía.

La pandemia de 2020 fue un punto de inflexión. Ese silencio, esa pausa mundial, fue justo lo que necesitaba para volver a hacerse las preguntas fundamentales: ¿y si Dios existe?, ¿puedo seguir viviendo como si no existiera?

Así comenzó su camino de regreso. Estudió las dos columnas de la Iglesia y fue la razón —junto con el temor a perderse eternamente— lo que la llevó de nuevo a los pies de Cristo.

Testimonio ofrecido por Mater Mundi