Cómo salió Beatriz Alejano de la tibieza

Testimonios

Sin Autor

Beatriz Alejano García, originaria de Oviedo, España, comparte un profundo testimonio de su inquebrantable fe católica. Desde temprana edad, Beatriz sintió una profunda conexión con Cristo, un encuentro que describe como transformador, ocurrido a los cinco años durante un Vía Crucis. Este evento la llevó a enamorarse del Señor, de su cruz redentora y, consecuentemente, a amar intensamente la Santa Misa y la posibilidad de recibir la Eucaristía.

Criada en una familia devota, Beatriz fue instruida en la fe por su madre y sus abuelos maternos. Su Primera Comunión fue un evento central en su infancia, centrado no en aspectos materiales, sino en la recepción sacramental de Jesús, lo que marcó el inicio de una vida espiritual activa y consciente. Sin embargo, su fe se puso a prueba al ingresar al instituto, donde se enfrentó a un ambiente hostil y anticatólico entre sus compañeros. A pesar de mantener sus prácticas religiosas, la presión social y el rechazo la llevaron a una etapa de tibieza espiritual y confusión, caracterizada por la superficialidad en su vivencia de la fe y la postergación de su Confirmación.

Esta etapa de aridez espiritual la sumió en la tentación del consumismo desmedido, la codicia, la soberbia y la ira. No obstante, la misericordia divina se manifestó a través de la lectura de «Las Crónicas de Narnia», que la impulsó a una renovación espiritual. Este proceso se profundizó durante sus años universitarios, al descubrir autores católicos como Tolkien y al sumergirse en recursos de prensa católica ortodoxa.

El punto de inflexión llegó al tocar fondo, lo que la llevó a buscar refugio en la Adoración Eucarística Perpetua. Allí, experimentó un encuentro personal y renovador con el Señor, que la impulsó a confesarse después de muchos años y a recibir la Confirmación. Finalmente, Beatriz recibió un llamado a consagrarse al Sagrado Corazón de Jesús, una decisión que la llevó a unirse a la Guardia de Honor del Sagrado Corazón y, posteriormente, a consagrarse al Inmaculado Corazón de María, dedicándose a un apostolado para extender estas devociones y guiar a otros hacia el Señor. Su testimonio es un reflejo de perseverancia, transformación y entrega incondicional a la voluntad divina.

Fuente: Camino Católico