En las palabras de Jesús a Gabrielle Bossis hay muchas invitaciones a la confianza en Dios, que me han ayudado, y pueden ayudar a los que no acaban de fiarse de los brazos del Padre.
«¿Ves esta gran puerta de hierro y de dura madera? ¡Cómo pesa! Es una puerta que el alma pone ante ella, hecha de miedo y desconfianza. ¿Cómo podría Yo entrar por esta puerta? ¡Oh! Vosotros, mis íntimos, tened gran confianza en la riqueza de mi amor. Entonces me precipitaré con lo que deseéis, porque seréis irresistibles».
Me resulta muy animante esta idea: si confiamos en Dios, si apartamos esa puerta de hierro hecha de miedo y desconfianza, el Señor entrará en nosotros y nos dará lo que Él, será incapaz de negarnos todo lo que necesitamos.
El concepto de “amor irresistible” lo entienden muy bien los padres cuando abrazan por primera vez a su hijo recién nacido: es un amor al que no podrían resistirse, no pueden dejar de querer a su hijo y de apretarlo contra su pecho; solo pensar en no poder hacerlo, les horroriza. Es tan grande la fuerza del amor, que es capaz de romper todas nuestras resistencias y durezas, y convertirnos en personas que parecen haber enloquecido ante la criatura a la que aman.
Todo esto nos ayuda a entender la maravilla del Corazón de Jesús. Nos dice que si tenemos confianza en Él, nos volveremos irresistibles para su amor. ¿Puede Dios hacerse irresistible ante su criatura? ¿Ser tan “débil” ante la confianza de sus hijos? ¿Puede Dios querernos tanto?
Señor, haz que no pierda mi capacidad de asombro ante todo lo hermoso, bello y profundo, pero, sobre todo, que sepa asombrarme del amor que Tú me tienes, de tu inexplicable ternura por mí. Ese asombro me ayudará a salir de mi rutina e indiferencia; hará que abra los ojos ante la maravilla de amor infinito, de belleza infinita, de bondad infinita, que tengo dentro de mí.
Del libro «Dios te quiere, y tú no lo sabes» de Tomás Trigo (cap. 11)