Mi nombre es Almudena y vengo a contaros cómo es la fe de una persona de 36 años en una sociedad en la que ser creyente no está del todo respetado, ya que continuamente te cuestionan acerca de todo lo relacionado con ésta, y además las críticas continuas a la Iglesia.
Para mi la fe es algo muy especial. Es la fuente de la que me empapo cada día. Esa confianza en el Señor que me asegura que todo va a ir fenomenal. Que me espera un día cargado de momentos especiales, y que si veo que el día no va como me gustaría, Él está ahí para ayudarme y decirme: “Almudena, no te preocupes que yo estoy aquí”. La fe es saber que puedo confiar en Alguien que no me juzga, que me quiere a pesar de mis debilidades, que está conmigo las 24 horas del día los 7 días de la semana.
Para mi, una santa que me ayuda mucho en mis momentos de debilidad es santa Rita de Casia. Es un ejemplo de santidad. Una mujer que dejaba su vida en manos de Dios pasara lo pasara. Acepta la voluntad de Dios sin miedo. Confiando en Él aunque sus planes no fuesen los que Dios tenía pensado para ella. Es una mujer que supo llevar el amor de Dios en una época difícil. Y fue capaz de convertir a un pueblo entero, simplemente con sus actos, demostrando que se puede amar hasta al enemigo. Era puro amor y servicio a los demás. Se daba a los demás hasta el extremo. Todo el sufrimiento se lo ofrecía a Dios. En ningún momento hubo un reproche hacía Él. Para mi es una mujer admirable.
Para alimentar mi fe creo que lo más importante es la Misa. Donde Dios se convierte en Pan para que lo podamos recibir y ser parte de nosotros mismos. Me gustaría ser capaz de ir a Misa diaria pero entre una cosa y otra me resulta complicado. Así que el domingo que es Su día estoy entregada a Él. Son sólo 45 minutos, pero me voy plena para empezar bien la semana. Para mi la Misa es mi refugio donde la palabra de Dios entra en mi corazón y el mismo Dios me habla y me abraza. Le cuento mis preocupaciones y se las entrego de manera literal.
Hay una oración que me encanta. Es El Magnificat. Es una oración dedicada a la Virgen María. Y gracias al sí de María pudimos conocer al Hijo de Dios. Quien nos enseñó todo en la tierra y así parecernos más al Padre. Quien no esté acostumbrado a orar es precioso que la haga, porque María siempre nos acerca a Dios y estar cerca de los dos es maravilloso.
Almudena Mª González Martín