Muchas veces pedimos perdón, porque nos sale del corazón, pero también en ocasiones lo hacemos para quedar bien, y eso no deja que nuestra alma esté en paz, aunque nosotros creamos que si.
Cuando lo hacemos, debemos estar seguros de ello, porque no sirve de nada, si luego vamos a estar todo el tiempo recordando lo que nos han hecho.
Como oí decir un día a un sacerdote: pedir perdón no significa que sigamos con la otra persona como si nada hubiese pasado, solo es tener nuestro corazón limpio de dolor y rencor.
Debemos perdonar de la misma manera que nosotros buscamos la misericordia del Señor por nuestras faltas y ofensas hacia los demás.
Es saber tener un acto de amor hacia la otra persona.
Un saludo a Jóvenes Católicos
Montserrat Ricote