Carta de una madre a su hijo

Testimonios

Sin Autor

Pepillo:

Te escribo porque me ayuda a tener una conversación más real contigo. Como cuando rezo, que también escribo mi diálogo con Dios.

Quiero decirte que te hemos querido, te queremos y te querremos con todo el corazón y con toda el alma. Escribo esto con lágrimas brotando de mis ojos porque te echo muchísimo de menos, sobre todo por las noches.

Ha sido todo tan rápido… pero a la ver veo verdaderas caricias de Dios en cada detalle de tu marcha.

Has sido un niño feliz. Llegaste cuando Dios quiso. Cómo lloré cuando me enteré que venías y Álvaro sólo tenía 2 años y medio. ¿Cómo fue tu llegada? que hasta salimos en el periódico. Nos reíamos pero ya Antonio me decía que habías sido un pequeño milagro, que ese parto con la misma complicación habría acabado de otra manera… a los 17 días, los dos al hospital. VRS. Estábamos en la post pandemia. Loa 2 entramos y los 2 salimos. Esa vez, como la del 1 de mayo, fue mi intuición sin muchas evidencias la que me hizo llevarte al hospital..

Después de tu ingreso, Dios quiso que te despidieras de tus hermanos. Que ellos no estuvieras en esas horas tan amargas. Tampoco papá. Sólo los abuelos y yo. Sola, probablemente no lo habría aguantado.

Dejaste una chocolatina para cada uno en nuestra almohada. Que encontramos a las vuelta del domingo y nos comimos pensando en lo que a ti te habría gustado que hiciéramos.

Desde el primer momento de tu marcha al cielo ¡cómo nos has cuidado!. Infinitas muestras de cariño de tanta y tanta gente, que todavía nos siguen llegando. Dios los usa como instrumento para mostrarnos a cada minuto lo que nos quiere.

Estamos rotos… yo siento como si me hubieran arrancado una parte de mi corazón. Un nudo en la garganta. A la vez más PAZ que en toda mi vida. Como si hubiera logrado poner en práctica todo lo que me han enseñado desde pequeña.

Aún todavía con la incertidumbre de lo que sucedió, estoy convencida de que esto está en el plan de Dios para nosotros. Por eso tenemos tu padre y yo las familias de origen que tenemos, por eso somos del Opus Dei, por eso nos casamos, por eso vinisteis los tres tan seguidos… estaba preparándonos para esto… todo ayuda infinitamente a darle sentido a este sufrimiento, nos sostiene y nos hace vivirlo con sentido sobrenatural.

Te tengo que dar las GRACIAS. Nos has hecho mejores. Papá y mamá se quieren mucho más y mejor que antes. Álvaro y Miguel dan gracias a Dios cada noche porque estás en el cielo. Te envidian! Y además no sabes la cantidad de gente que sin apenas conocerte te quieren y se están acercando a Dios gracias a ti. Ya no eres solo nuestro sino de tanta y tanta gente…

Aún así nos tienes que ayudar. A nosotros. Que sepamos seguir abrazando la cruz. Hoy leía que la cruz pesa menos abrazándola que arrastrándola… hay tanto por lo que ofrecer…

A tus abuelos. A tu abuelo Paco, que ahora sí reconoce públicamente que eres su favorito. A tus tíos, a tus primos… tenemos que llegar al cielo. Yo noto que cogerás de la mano y me dirás ese «mami ven, te quiero mucho». También a tus seños y con más intensidad si cabe a tanta gente que no ha recibido el don de la fe.

Muchos me dicen que no les entra en la cabeza. Cómo nos van a entrar en la cabeza los planes de Dios, que poca cosa seríamos entonces. Toca crecer en humildad y CONFIAR.

Nos dicen que somos fuertes… algunos que somos ejemplo… sabemos que no somo nosotros, que eres Tú que estás en brazos de la Virgen sin para de hablarle de nosotros. Y desde el sábado pasado me viene continuamente a la cabeza la frase de san Josemaría «el cielo es para los que saben ser felices en la tierra». Hemos sido, somos y seremos una familia feliz.

Aunque lo veas todo te seguiré escribiendo.

Te quiero
28 de mayo de 2024

Carmen Martínez