De la brujería e influencia demoniaca a ser sanado por un exorcista

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Javier desde muy pequeño se consideraba una persona hiperactiva. En la adolescencia entra en el mundo de la noche. “Practiqué la promiscuidad, la homosexualidad, estuve con muchos hombres. Estaba sumergido en la oscuridad”, explica. Mantenía relaciones con cualquiera, se drogaba con marihuana todo el día. Robaba en las discotecas y además estuvo en situación de calle.

Hasta un día que le dieron la estampa de una Virgen. Le entregan esta estampa para empezar a rezar. Y es que él de pequeño fue al colegio católico. Sin embargo tuvo un comportamiento que se salía de todo lo bueno que le habían enseñado. Recuerda que una noche llegó de bailar, estaba muy asustado y comenzó a rezar. “Empecé a hacer mantras budistas. Mantras para sanar ciertas partes del cuerpo. Nunca se me ocurrió ir a la iglesia”, comenta.