Sobre la Divina Misericordia

Catequesis

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Si queremos entender la Misericordia, en toda su grandeza, debemos estudiar no sólo la Misericordia en sí misma sino también el porqué y el para qué de la Misericordia.

Podemos decir que el porqué de la Misericordia es el pecado, pues Dios manifiesta su Misericordia como respuesta al pecado del hombre.

También podemos decir que el para qué de la Misericordia es el perdón; pues la intención de Dios, al responder con Misericordia, es la reconciliación. Recuperar la comunión de amor que se perdió por el pecado.

La Misericordia es en definitiva una expresión del amor De Dios. Veremos como la Misericordia es, en primer lugar, un amor de fidelidad; pues Dios sigue amando a pesar de que el pecado supone un rechazado a su amor.

Como el pecado daña profundamente al pecador, y Dios sigue amando al pecador, la Misericordia se puede entender como un amor de compasión. El pecado afecta a Dios porque daña al hombre a quien Dios ama.

Pero el amor de Dios no es un amor sentimental sino un amor activo, operativo, que lleva a Cristo a ofrecer su vida en la cruz para salvarnos, aparece así la redención como uno de los frutos de la Misericordia.

Para que la Reconciliación sea verdadera, es necesaria, (junto a la Misericordia divina), la conversión humana. La conversión tienes dos aspectos inseparables: el arrepentimiento y el propósito de enmienda.

La Misericordia unida a la conversión hace posible el perdón, que ordinariamente se alcanza por medio del sacramento de la confesión. El sacramento aplica los méritos de la muerte y Resurrección de Cristo al fiel que, con las debidas disposiciones, se acoge a la Misericordia divina.

Haber experimentado la Misericordia de Dios, y haber alcanzado el perdón de los pecados, nos compromete y nos capacita para perdonar a quien nos ha ofendido, la Misericordia se presenta pues como un don y una tarea

Luisangel Jiménez