«Dulce Hogar». Dorothy Canfield Fisher

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Sin Autor

Lo más sorprendente de esta sorprendente novela —inédita en castellano y considerada la mejor de Dorothy Canfield Fisher— es el año de su publicación: 1924. Si no fuera por algunos detalles que nos sitúan en el contexto histórico de hace casi un siglo, podría tratarse de una obra escrita en nuestro tiempo, dada la tremenda actualidad de las cuestiones que aborda: la conciliación de la vida laboral y familiar, la obsesión por tener, la realización personal a través del trabajo, los roles masculino y femenino, la presión social, la educación de los hijos…

De manera magistral, Dulce hogar nos plantea los problemas de una familia en la que ambos cónyuges están frustrados por las funciones que les ha tocado desarrollar. Evangeline es una obsesiva ama de casa cuyo perfeccionismo hace infelices a sus hijos. Sin darse cuenta, vive frustrada y aburrida, aunque se considera una buena madre y esposa que hace lo que tiene que hacer: dedicarse abnegadamente a su hogar. Lester, su marido, poeta y soñador, tampoco es feliz, ni en casa ni en el trabajo. Un accidente cambia la vida de toda la familia al propiciar un radical cambio de papeles: él se ve obligado a quedarse en casa en una silla de ruedas y ella debe ponerse a trabajar fuera del hogar para ganar el sustento de la familia.

La autora demuestra una singular capacidad para meterse en el interior de los personajes y expresarse desde distintos puntos de vista. Esta modernista polifonía despliega ante el lector, con especial viveza, los fascinantes y conmovedores cambios que se producen en los distintos miembros de la familia. Las reflexiones de que está cuajado el texto, el ritmo de la trama y la desbordante ternura de algunas de las escenas hacen de Dulce hogar una novela inolvidable.

Reseña publicada en Club del lector