Tenemos un problema

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Fernando Gallego

Es mundialmente famosa la expresión: Houston, tenemos un problema. La Iglesia, con las uniones irregulares, tiene un verdadero problema porque en la Iglesia tienen que caber todos y debe tener sus puertas abiertas para que puedan entrar todos y en esto creo que todos estamos de acuerdo. El problema es ¿Cómo?

La realidad es que el problema no sólo es de la Iglesia, sino también de esas personas que viven en esas situación irregular. Es decir, es una relación interpersonal entre un sujeto que es la Iglesia y esa persona que vive con una conducta irregular. Por eso hay que pedir un esfuerzo a las dos partes para un entendimiento.

El hecho es que la formula del entendimiento la ha establecido Jesús en el evangelio en el pasaje de la mujer sorprendida en adulterio. Recordemos lo que allí ocurre porque es muy descriptivo. Esa mujer es sorprendida por una conducta irregular y los ancianos y sacerdotes piden a Jesús que la condene mientras escribe en el suelo, imagen que aparece -por cierto- en la bóveda de la biblioteca del Monasterio del Escorial. Jesús, como sabemos, despide a estos hombres con la famosa expresión «quien este libre de pecado tire la primera piedra». La solución, de todos modos, se encuentra cuando Jesús habla directamente con esta mujer: Yo te perdono, vete y no peques más.

La Iglesia tiene que estar dispuesta a perdonar cualquier tipo de pecado, resolver todas las situaciones, pero el sujeto que quiere volver a la Iglesia tiene que estar dispuesto a pedir perdón, arrepentirse y no volver a la situación anterior. No vale de nada si no hay un arrepentimiento sincero y un deseo de recomenzar.

Cualquier otra formula son simples consuelos que ayudan a soportar la fatiga, pero no ha resolver la situación.